Cuando hablamos de democracia o cuando hemos escuchado a políticos hablar de democracia (sobre todo en año electoral), muchas veces hablan de todo sin decir nada. Es un concepto que suele ser utilizado por analistas, medios de comunicación y políticos a la ligera.
Si nos vamos a la raíz de su definición, esta se traduce del Griego Clásico: “kratos” poder y “demos” del pueblo, dándonos “poder del pueblo” o “poder popular”.
Sin embargo, la democracia no es un concepto lineal, rígido ni escrito en piedra cual mandamiento en alguna religión. Al tratarse de interacciones humanas y procesos sociales esta; ha evolucionado y se ha transformado en el tiempo. Por lo que la democracia de Atenas en la Antigua Grecia, al igual que la democracia como la conocemos (genéricamente) hoy, aunque son distintas, ambas son democracia en su propio contexto.
La politóloga argentina, Yanina Welp, explica que “No existe una manifestación única de democracia. Sin embargo, en todas, la participación de la ciudadanía cumple un papel fundamental y es el modo en que se dé esa participación lo que las tipifica (Welp, 2018)”.
Giovanni Sartori habla sobre sobre la complejidad que implica definir la democracia, ya que existe una diferencia entre la teoría y la práctica, así como una relación entre ambas. Sin embargo, no puede existir una sin la otra.
Él mismo resalta que “es un grave error confundir una prescripción (teoría) con una constatación (práctica); y cuanto más frecuente es el error, más expuestas están las democracias a tergiversaciones y patrañas (Sartori, 2012)”. Aunque por un lado complica el planteamiento, por el otro permite aclararlo y ordenarlo.
Por su parte, Samuel H. Huntington en su obra La Tercera Ola: la Democratización a Finales del Siglo XX, nos habla precisamente sobre 3 momentos u olas democráticas en la historia reciente. Para no aburrirles con cada una, Guatemala es parte de esta última; ya que “pertenece al conjunto de países que realizan elecciones libres, competitivas y con alternancia en el poder de manera periódica y/o que tuvieron una liberalización de sus regímenes autoritarios desde 1974 (Huntington, 1991)”.
A manera de resumen podemos decir entonces que la democracia cuenta con: participación de la ciudadanía como un papel fundamental; una diferencia entre la dimensión teórica de la práctica, con una relación directa entre ambas; así como elecciones libres, competitivas, periódicas y con cambio de autoridades, sin que nadie se perpetue en el poder por tiempo indefinido.
Dicho esto, es posible pasar al segundo punto.
¿Cómo se mide la democracia?
Recientemente, el Tribunal Supremo Electoral (TSE) se encuentra en una campaña en medios de comunicación y redes sociales asegurando la confianza y transparencia del proceso electoral – así como cuando solemos vernos al espejo y decirnos a nosotros mismos que podemos y/o que todo va a estar bien (aunque el mundo esté ardiendo) -. En esta línea, en un comunicado reciente aseguran que el Pleno de Magistrados cuenta con “criterios estandarizados” para la inscripción de candidaturas a puestos de elección popular.
Spoiler alert: el Tribunal Supremo Electoral no cuentan con las herramientas jurídicas para la aplicación de criterios estandarizados ni objetivos. Por diseño, esta queda a discrecionalidad del Registrador de Ciudadanos y la interpretación que de eventualmente el Pleno de Magistrados para la inscripción (o no) de candidaturas.
Pero, ¿cómo se puede medir objetivamente la democracia? The Economist Intelligence Unit e IDEA International, se han tomado la tarea (cada una por separado) de precisamente intentar encontrar esos criterios estandarizados para medir la democracia.
El análisis de The Economist se basa en 5 categorías:
- Proceso Electoral y Pluralismo
- Funcionamiento del Gobierno
- Participación Política
- Cultura Política
- Libertades Civiles
Estas 5 categorías están a su vez compuestas por una serie de indicadores que otorgan una puntuación de 1 a 10. Con base a la puntuación obtenida, cada país es clasificado en uno de los 4 tipos de régimen:
- Democracia Plena
- Democracia con fallos/defectos
- Régimen Híbrido
- Régimen Autoritario
Para el caso de Guatemala, el país se clasifica como un “régimen híbrido”. El Democracy Index 2022 explica que la débil capacidad estatal es una razón de peso para una baja calificación de la región a nivel general. Otros problemas que parecen ser denominador común en América Latina; es el bajo nivel de confianza en las instituciones, sumado al crecimiento del crimen organizado transnacional (narcos), lo cual tiene una relación directa con los niveles de criminalidad y corrupción (Economist Intelligence, 2023).
Por su parte, IDEA International en su informe anual sobre El Estado de la Democracia, establece 5 categorías, las cuales son:
- Gobierno Representativo
- Derechos Fundamentales
- Control del Gobierno
- Administración Imparcial
- Participación
Cada una, por supuesto, con sus propios indicadores que dan una calificación de 0 a 1. Esto permite que cada país se pueda clasificar en 3 tipos de régimen:
- Democracia (con desempeño: alto, medio o bajo)
- Régimen Híbrido
- Régimen Autoritario
En este caso, Guatemala se clasifica como una “democracia con desempeño medio”. El informe específico para América Latina, explica que “algunos actores políticos en varios países de la región han intensificado sus ataques contra la libertad de expresión. Asimismo, la democracia en la región parece encontrarse en un estado de vulnerabilidad; esto debido a la compleja situación económica lo cual genera un descontento generalizado entre la ciudadanía. A esto cabe agregar un profundo descontento con las élites políticas, a las que la mayoría de la población considera desconectadas de las necesidades de la gente y enfocadas en defender sus propios intereses y privilegios, así como los de pocos grupos de poder (Instituto Internacional para la Democracia y la Asistencia Electoral, 2021)”. En consecuencia, las instituciones (TSE y Congreso) así como los partidos políticos, se encuentran sumidos en una profunda crisis de legitimidad y confianza (Instituto Internacional para la Democracia y la Asistencia Electoral, 2021).
Aunque ambos reportes presentan un panorama sombrío, cabe mencionar que una democracia no existe sin una ciudadanía crítica, informada y participativa. Si, el actual sistema apesta; las instituciones están cooptadas, viendo las candidaturas a veces hasta dan ganas de vomitar y mandar todo al carajo.
Sin embargo, si no existe un involucramiento desde los espacios de influencia – que no necesariamente tiene que ser directamente en política partidista ni participando para cargos de elección popular – se le está haciendo la vida más fácil y se le está dando vía libre a toda esa porquería reciclada de que se sigan enriqueciendo a costas de la apatía. Es vital que se haga de la política algo cotidiano, que se comparta información y se debatan ideas. Suena a positivismo tóxico; pero si la gente se informa, cuestiona y se politiza, se le dificulta el camino a los mismos de siempre.
Bibliografía
Economist Intelligence. (2023). Democracy Index 2022: Frontline Democracy and the Battle for Ukraine. The Economist. London: Economist Intelligence.
Huntington, S. P. (1991). The Third Wave: Democratization in the Late Twentieth Century (Vol. 4). Oklahoma City, Oklahoma, United States of America: University of Oklahoma Press.
Instituto Internacional para la Democracia y la Asistencia Electoral. (2021). El Estado de la Democracia En Las Americas 2021: Democracia en Tiempos de Crisis. IDEA International. Strömsborg: IDEA International.
Sartori, G. (2012). ¿Qué es la Democracia? Ciudad de México, Estados Unidos Mexicanos: Santillana Ediciones Generales, S. A. de C. V.
Welp, Y. (2018). Todo lo que necesitás saber sobre las democracias del siglo XXI. Buenos Aires, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Argentina: Paidós.