Competencias para ser “Competentes”

Al mencionar las competencias, mucho se ha analizado y escrito a nivel inicial y medio, pero la diferencia que contienen con el nivel superior es el contexto. No es lo mismo educar a un niño o adolescente, que a un joven-adulto, el cual está esperando prepararse para enfrentar al mundo laboral con los conocimientos adquiridos durante su carrera.

Como el título lo indica, este texto se basa en lo que prometí en mi primer articulo titulado “Educando de manera superior” y es sobre el tema de las “Competencias”. Esta palabra puede abarcar tanto, pero en la Educación Superior actual, la misma se posiciona para explicar los procesos y elementos que se necesitan para el adecuado desarrollo profesional de las habilidades, destrezas y conocimientos adquiridos en una casa de estudios.

Al mencionar las competencias, mucho se ha analizado y escrito a nivel inicial y medio, pero la diferencia que contienen con el nivel superior es el contexto. No es lo mismo educar a un niño o adolescente, que a un joven-adulto, el cual está esperando prepararse para enfrentar al mundo laboral con los conocimientos adquiridos durante su carrera. Pero no solo es posible hablar de competencias en la formalidad institucional educativa, también existen en lo cotidiano, en ese “empirismo” aprendido por la experiencia de la vida o de la informalidad de un trabajo u oficio. 

He escuchado muchos testimonios de personas que no trabajan específicamente en lo que se han graduado, ni mucho menos desarrollan sus habilidades en lo que los supuestos objetivos curriculares establecen. Aquí se observa un caso donde las competencias y las habilidades personales sufren un “pase forzado generador”, lo cual es un desarrollo “forzoso” o “necesario” para poder cumplir al 100% sus tareas laborales y personales. 

Y es que el ser “competentes” en un país como el nuestro está lejos de la realidad. Muchos aún viven en el desempleo siendo graduados. Ahora imaginemos a los que se quedaron solo con la educación básica o la del grado de diversificado; sin dejar de mencionar a los que ni la tienen o llegaron solo a ciertos grados de primaria. 

Con ellos, las competencias se volvieron forzadas y necesarias para sobrevivir. Si la educación superior actual las está descubriendo hasta estos días, no digamos el rezago que tiene lo medio. El objetivo actual debería fijar su atención en un desarrollo competitivo, no solo para un mercado laboral maquilador (como lo es el call center u otro tipos de trabajos sobre demandantes), sino, debería ampliar en los jóvenes y adultos la búsqueda de sus verdaderas pasiones, de su propósito y del servicio hacía su comunidad.

Una competencia nos permite tener habilidades y destrezas, se posicionan como algo vital para el desarrollo de un buen profesional, ayudan a demostrar cual es el verdadero sentido en el actuar laboral y humano. Éstas están divididas en varias tipologías, pero para un entendimiento más dinámico, es preciso indicar que las genéricas o “generales” son el punto de partida. 

Algunos ejemplos son:

Si entendemos estas, las que siguen como las procedimentales o las actitudinales serán comprendidas. ¡Ojo! Es importante mencionar que todos los días, como humanos, como seres cambiantes, desarrollamos estas competencias genéricas de manera implícita; solamente al tener una formación práctica (ya sea formal o informal) tendremos acceso a clasificarlas y tenerlas como una habilidad completa dentro de nosotros. 

Por lo tanto, si la educación superior, media o inicial, aún comienza con esto, seamos nosotros los autodidactas que busquemos desarrollarnos por competencias, ser más de lo que nos enseñan los sistemas actuales y así demostrar que para educar, educarnos y trabajar por la comunidad, se nos requiere ser plenamente “competentes”. 

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