¿Cuánto es un trago más?

¡Shot! ¡Shot! ¡Shot! Y que alegre la fiesta, los amigos, las aventuras y la anécdota… Pero ¿hasta qué punto ese shot empieza a convertirse en una rutina, en un hábito, en una necesidad diaria, más que en un trago casual de fiestas o fin de semana?

¡Shot! ¡Shot! ¡Shot! Y que alegre la fiesta, los amigos, las aventuras y la anécdota… Pero ¿hasta qué punto ese shot empieza a convertirse en una rutina, en un hábito, en una necesidad diaria, más que en un trago casual de fiestas o fin de semana?

En esta columna no solo estaremos conociendo datos interesantes acerca del tema, también estaremos teniendo una pequeña entrevista con Luis O. Un Alcohólico Anónimo que en el mes de septiembre de este año, cumple 60 años de no beber una sola gota de alcohol; además es de las primeras personas en toda Guatemala en haber asistido a las primeras reuniones.

Es tan común encender la televisión o ir por la calle y observar publicidad sobre distintas marcas de bebidas alcohólicas que nos venden una vida de fiesta, aventura y “alegría”, nos pintan la bebida alcohólica como un escape de la realidad a otra más amena, llevadera y fácil pero ¿realmente se hará realidad lo que esa publicidad me dice cuando bebo alcohol? ¿Será que siempre que consuma de esa bebida que me promocionan, voy a estar en el mismo contexto o situación como la de los actores?

La realidad está kilométricamente distante de eso, basta con ir a las tiendas de barrio y ver grupos de hombres y mujeres bebiendo a toda hora y momento, basta con ver las historias de amigos en redes sociales y darse cuenta que sin alcohol no hay fiesta, tan solo con ir a los parques municipales por las noches, es suficiente para ver grupos de personas indigentes que están alcoholizadas.

Basta con ir a un hospital en época de fiestas y contabilizar a todos los heridos a causa de conducir bajo efectos de esta sustancia, tan solo basta con estar en el consultorio psicológico y conocer historias de vida que se han visto afectadas gravemente por el vicio de la bebida; con las familias desintegradas, accidentes, empleos perdidos, estudios abandonados y sueños truncados por no haber controlado esos shots que empezaron en dos o tres y terminaron en litros y litros de embriagante bebida.

Sabemos que el hecho de poder dominar  la bebida y no a la inversa, es una cuestión difícil cuando se empieza a desarrollar un gusto por el sabor y los efectos que esta produce y por lo tanto, no será fácil poner un alto cuando ya existen indicios de vicio o adicción, tal como lo plantean (A.A, 1995) en el primer paso “no hay otro tipo de bancarrota como ésta. El alcohol, ahora convertido en nuestro acreedor más despiadado, nos despoja de toda confianza en nosotros mismos y toda voluntad para resistirnos a sus exigencias”.

El ya conocido grupo de Alcohólicos Anónimos (A.A), es un grupo de apoyo a personas que buscan una vida sana a través de dejar la bebida y tal como lo relatan, se ven completamente vulnerables ante ella.

¿Qué motivos hay detrás de esa persona que no puede dejar la bebida,  que tal como se cita anteriormente, se le despoja de toda voluntad para resistir? 

Existen diversas teorías, ensayos, literatura y opiniones sobre las razones por las cuales las personas simplemente no resisten y caen en la tentación del vicio. Una razón importante que se debe tomar en cuenta es el contexto.

 Pues este nos llega a envolver y absorber de una manera impresionante que tal como lo expresa (Rodas, Factores de riesgo para el consumo de alcohol en adultos guatemaltecos, 2020) la prevalencia de consumo de alcohol es del 52% en hombres mayores de 30 años, quienes a una edad temprana (6 años) iniciaron la ingesta de alcohol.

Es un primer indicio el darse cuenta que con tan solo 6 años de vida, los niños en diversas comunidades empiezan a probar el alcohol y es en este punto en donde entran en juego no solo el contexto alcohólico que le rodea sino también las funciones neurobiológicas que se ven afectadas siendo estas el primer detonante.

Pues es bien sabido que todo el cuerpo se ve afectado al entrar en contacto con alguna sustancia embriagante y en este caso es la corteza prefrontal la que empieza a tomar un papel importante al ser la encargada de tomar decisiones, controlar los impulsos, formar pensamientos y sobre todo, al ser la última parte del cerebro en madurar, da paso a que los niños y adolescentes se vean más vulnerables a caer en adicciones, pues aún no están en condiciones neurobiológicas adecuadas para que su cerebro procese dicha sustancia.

Planteando entonces el escenario de un niño de 6 años, con un lóbulo pre frontal inmaduro más un contexto que le facilita el acceso a la bebida, se puede obtener como resultado a una persona dependiente del alcohol provocándole un futuro incierto en todas las esferas de su vida. 

Ahora bien, ante toda esta problemática que abarca diversas áreas de la vida de la persona, es importante acudir con los profesionales pertinentes, principalmente con un psicólogo ya que el hombre no solo es comportamiento y muchas veces es señalado y etiquetado por una conducta “mala”.

Es importante resaltar que todos los seres humanos somos mucho más que un defecto o un error y el hecho de que el terapeuta pueda mostrar la valía personal del mismo es un primer paso hacia la recuperación del paciente alcohólico y también de su familia ya que es el terapeuta quien debe devolverle la confianza y la capacidad de empezar a creer en sí mismo el poder hacerle comprender al paciente, que los juicios de valor y opiniones que se han recibido de los demás deben dejarse de lado.

 

Bibliografía

A.A, A.A. (1995) Los Doce Pasos. Nueva York, Estados Unidos: Alcoholycs Anonymus Publishing, Inc.

Rodas, J. (2020). Factores de riesgo para el consumo de alcohol en adultos guatemaltecos. Revista Médica de la Universidad Veracruzana, 2020 (1).

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