¿Y si tan solo pudiéramos por un breve instante detener el tiempo? Seguramente tomaremos un respiro que nos permite admirar cada error, acierto, sueño y frustración que hemos atravesado hasta ese momento, así como también aquellos que en el futuro podríamos vivir.
Si frenamos el tiempo veríamos pasar frente a nosotros hasta el insecto más minúsculo, o avión más grande de una forma detallada, con lujo de detalle. Sin inconveniente alguno podríamos cuestionar tranquilamente cada objeto presente en nuestra realidad y que constantemente vemos pasar.
Si frenamos el tiempo podríamos quizás dejar ir las presiones y el estrés y entonces comportarnos como niños que acaban de aprender a caminar, dejar ir nuestras aspiraciones y expectativas, pues, ¿qué más da lo que más da cuánto tiempo perdemos pensando, si al final del día el tiempo se detuvo?
Seguramente al frenar el tiempo podríamos romper en llanto para desahogar todas aquellas emociones reprimidas durante años que solamente nos aquejan y hacen más lentos, con el tiempo en pausa inclusive podríamos perdernos en nuestros pensamientos, en nuestra esencia, en ese gran y enorme abismo llamado soledad… donde únicamente nos encontramos a nosotros mismos.
Así es, soledad, ese abismo que prácticamente nos acompaña siempre pero que únicamente logramos palpar cuando silenciamos el mundo, curiosamente le tenemos miedo a aquellos que nos muestra nuestros propios pensamientos.
¿Qué tan terrible sería frenar el tiempo?, es decir, con ese poder y dominio en nuestras manos me pregunto constantemente… ¿será que nuestras vidas serían diferentes si frenamos el tiempo?, ¿será que tomaremos mejores decisiones?
La verdad prefiero que todo esto se quede únicamente en un pensamiento, porque creo que si frenamos el tiempo limitaremos nuestra capacidad de libertad, frenaríamos nuestro instinto, nuestra creatividad, y es que cuando el tiempo se detenga y la soledad nos acompañe, quedará únicamente la voz en mi cabeza que me hace pensar…