Hace ya algún tiempo, publique un pequeño artículo explicando, que era lo que conocíamos como “educación”. Ese factor que no solo se enfoca en el tema de los valores, sino de cómo has sido “educado” en tu hogar e incluso en la escuela o colegio; esto va más allá de lo que conocemos.
Con esto, es preciso indicar que la educación en sus diferentes niveles busca una nueva generación de ideas y de momentos de reforma para crear no solamente un ambiente de enseñanza memorística, sino, la implementación de la “enseñanza-aprendizaje”. Actualmente, en las casas de estudio superiores, vemos egresados en masa, pero la pregunta que se hace es ¿Realmente estos estudiantes están siendo competentes y profesionales en sus áreas?
Existirán varias respuestas, pero desde una perspectiva propia, se responde que no. Y esto no es por una crítica sin fundamento, es porque actualmente en un mundo tan cambiante y con una alta tasa de desempleo de profesionales en el país, surgen muchas interrogantes y conclusiones que desilusionan hasta al más optimista.
Por mucho tiempo se pensó que entre más salían, mejor iba a ser el mercado laboral o que mejores desarrollos en muchos ámbitos se iban a tener; pero se dejó de lado algo importante llamado “competencias”.
Este concepto nacido en los años 90 en Europa, fijó una línea estricta a través del Programa Tunning de Educación Superior. Y su principal objetivo era establecer que los nuevos alumnos y profesionales tuvieran una apropiada formación en competencias, las cuales desarrollarán sus habilidades y destrezas por medio de programas con secuencia, transversalidad, interdisciplinariedad y sobre todo profesionalismo en sus habilidades y dones.
El programa actualizó en Europa una educación superior de calidad, ya que puso en contraste un sistema de equivalencia educativa que permitió tener el acceso a formaciones y créditos comunes en formación académica y profesional a través de las universidades de los Estados miembros de la Unión.
América Latina intentó hacer su propio Tunning, pero han pasado los años y esa idea que fue un hecho en el viejo continente, se transformó en utópica aquí.
Para nuestros días, educar de manera superior en el país, se vuelve más un desafío que un compromiso, se tienen catedráticos que aún no conocen la evaluación por competencias y piensan que educar es solamente pasar y dictar los conocimientos y si sus alumnos aprenden es un milagro; también existen estudiantes que están en la universidad por obligación, por la fiesta o por una necesidad.
Lamentablemente educar de manera superior, tampoco es una realidad para todos, existen personas que no terminan los básicos ni mucho menos la primaria. Lo superior se volvió un privilegio más que un Derecho Humano.
La educación superior debe buscar que las competencias sean el pilar de enseñanza, pero para eso se debe implementar que las mismas casas de estudio ya busquen evaluar y enseñar por medio de este factor. Algunas ya lo han considerado y otras siguen siendo arcaicas y conservadoras porque ven una zona de confort en nunca implementarlas. Si el día de mañana se quiere buscar profesionales adecuados y capaces, no se debe esperar más; lamentablemente algo que falta es voluntad y corazón para querer ir paso a paso mejorando la educación superior.
*Este artículo en una parte introductoria, en el segundo ya se profundizará más que son las competencias y cuál es su importancia para la educación superior.
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Oscar Ramírez
Licenciado en Ciencia Política (Universidad Rafael Landívar) y Magister en Docencia Superior (Universidad Mesoamericana de Guatemala). Soy una persona apasionada por la historia y la educación, además del fútbol y las buenas platicas con los amigos y la familia. Mi intención es aportar con mis escritos al análisis crítico y realista de varios factores de la realidad socio-nacional.