El lunes 29 de mayo se llevó a cabo un foro presidencial en el Centro Universitario Metropolitano (CUM). Finalizando el foro, entre despedidas y comentarios llamó la atención que el candidato presidencial del partido Unión Republicana, Giulio Talamonti, con lo que parecía una forma de incentivar el voto, expresó que: “el voto nulo era una pérdida de tiempo”.
Considerando que no es el primero ni el último en compartir esta opinión, es necesario esclarecer esta idea que comúnmente se comparte, pero que realmente no debe tomarse a la ligera, más cuando las elecciones en Guatemala están tan cerca.
Legalmente, si los votos nulos sumados fueran más de la mitad de los votos válidamente emitidos, el TSE declarará nulidad de las elecciones y deberá repetirlas.
El cuestionamiento y la oposición representan una postura en una estructura social democrática y es igual de válida por más que se quiera considerar una pérdida de tiempo. No hay que olvidar que el voto nulo también representa una posición política, contrario a la abstinencia a votar, el voto nulo recalca de manera concreta la falta de representación en las elecciones y se debe tener mucho cuidado cuando se le resta importancia.
Hay que tener en claro que el voto nulo no beneficia a los partidos políticos ni a los candidatos y por ello es entendible que no lo incentiven, pero es de suma importancia para la población que está en desacuerdo con las propuestas en las papeletas y que quiera evidenciarlo. Recurrir al voto nulo, también es una postura política. Minimizarlo juega con la idea de tener que votar por cualquiera y sería como salir de las brasas para entrar a las llamas, con este tipo de opciones es entendible que la población se abstenga de votar, pero esto también es perjudicial. Abstenerse de emitir el voto conlleva de manera simbólica sentirse fuera del juego, no poder emitir opinión alguna o creer que no se puede estar inconforme porque no se vota, esto niega la oportunidad de poder sentirnos parte de las decisiones e incluso de las luchas sociales.
Desde la propaganda de “votar consciente” no sólo se trata de saber por cual candidato votar. También, se trata de saber qué significa mi voto y las opciones que tengo incluyendo cuando no considero ninguna opción. El trabajo como ciudadanos de analizar las propuestas debe ir acompañado de discusiones en la mesa. Hablar sobre política también es hablar sobre los intereses como ciudadanos y es completamente válido construir esas ideas con la familia, compañeros o amigos. Desde una postura más analítica, los discursos vacíos pierden relevancia y se torna una posición más sólida y contundente.
Lo que buscamos como ciudadanos también cuenta y es necesario darle importancia a las necesidades que surgen de nuestras condiciones de vida, entender las propuestas que plantean los partidos o candidatos políticos deben ir razonable a las posibilidades que tienen para cumplir con dichas propuestas. Sabemos que ningún trabajador pide no trabajar, pero sí que su salario pueda ser suficiente para poder comprar los alimentos para los que tanto trabaja, que pueda ir al médico por un chequeo y no porque su vida dependa de ello o que pueda acceder a la educación sin que esto implique sacrificios más grandes que el tiempo que se le invierte.
Las campañas políticas deberían ir enfocadas a expresar propuestas públicas y no concursos de popularidad. La necesidad de balancear el sistema económico es imprescindible y no necesitamos ser economistas para saber que un huevo a Q1.50 nos dará problemas si tenemos familias que sostener, que el aumento del pasaje a Q5.00 será perjudicial si utilizo el transporte público todos los días para ir a trabajar y que mi sueldo no aumente de igual manera. Más trabajos no benefician a nadie si estos no tienen las condiciones para sostener mis necesidades vitales y la seguridad no importa si nuestros líderes demuestran corrupción y quieren imponer a la sociedad regímenes autoritarios.
Una pérdida de tiempo sería presentarme a las urnas, emitir mi voto y que las comisiones electorales no presenten la imparcialidad que deben a su trabajo y la población en general, que se presten para actos corruptos, que nada tiene que ver con la política o democracia. Más que saber por quién votar, es saber por qué voto y es imprescindible dejar la libertad de emitir el descontento y evitar la indiferencia.
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Mishelle Sandoval
Estudiante de Ciencias psicológicas