“Miles de machetes en alto”: las luchas campesinas de la costa sur en el surgimiento de la revolución guatemalteca, 1970-1980.
En la historia reciente de Guatemala figura un acontecimiento tan inmenso que no debería pasar desapercibido: la gran huelga de la Costa Sur en 1980. La misma corresponde a un momento de organización campesina, rural, religiosa y social tan inmensa que se reportó una participación de aproximadamente 80,000 campesinos movilizados contra la situación agroindustrial en la Costa Sur.
Este movimiento fue uno de los picos de la organización campesina durante el Conflicto Armado Interno, el cual significó redes de solidaridad y una eventual mejora en los contratos laborales, pero también demostró en los años siguientes, el terrorismo de Estado y la eliminación sistemática de líderes sindicales, sociales y religiosos.
Esta gran huelga no fue un movimiento espontáneo, fue un proceso de conformación social que inició primordialmente con el terremoto de 1976. El terremoto fue devastador, lo cual causó que se formaran grupos de socorro, siendo uno de ellos los religiosos. Estos grupos religiosos de Santa Lucía Cotzumalguapa, Escuintla, ayudaban a la población del altiplano para la reconstrucción de sus hogares.
La integración de diversas experiencias organizativas interétnicas ante una Guatemala convulsa, fue creando redes de solidaridad en toda la nación, tanto que personas de la Costa Sur (en especial trabajadores de las fincas azucareras) apoyaron la huelga de los mineros de Ixtahuacán en 1977. Conforme se iban realizando estos grupos de apoyo, más la conformación de otros sindicatos, se fue desarrollando la fundación del Comité de Unidad Campesina (CUC) en 1978 que trataría de aglutinar las reivindicaciones campesinas nacionales.
Sabiendo que la organización campesina no fue un movimiento instintivo, podemos analizar lo acontecido en 1980. El CUC, junto a otros actores colectivos, empiezan a crear presión para que el salario de los trabajadores de los trabajadores de la caña de azúcar sea de Q5, en vez de los Q1.30 que exigía el pacto colectivo (cuando se reportaba que en realidad ganaban en muchas ocasiones Q0.90). La historiadora Cindy Forster menciona, por medio de diversos estudios de la época, que lo necesario para sobrevivir en la miseria era Q3.95, mientras que entrevistas en familias de Escuintla calculaban que Q4.50 era lo necesario para cubrir la comida mínima de una familia de seis personas.
La integración de diversas experiencias organizativas interétnicas ante una Guatemala convulsa, fue creando redes de solidaridad en toda la nación, tanto que personas de la Costa Sur (en especial trabajadores de las fincas azucareras) apoyaron la huelga de los mineros de Ixtahuacán en 1977. Conforme se iban realizando estos grupos de apoyo, más la conformación de otros sindicatos, se fue desarrollando la fundación del Comité de Unidad Campesina (CUC) en 1978 que trataría de aglutinar las reivindicaciones campesinas nacionales.
Sabiendo que la organización campesina no fue un movimiento instintivo, podemos analizar lo acontecido en 1980. El CUC, junto a otros actores colectivos, empiezan a crear presión para que el salario de los trabajadores de los trabajadores de la caña de azúcar sea de Q5, en vez de los Q1.30 que exigía el pacto colectivo (cuando se reportaba que en realidad ganaban en muchas ocasiones Q0.90). La historiadora Cindy Forster menciona, por medio de diversos estudios de la época, que lo necesario para sobrevivir en la miseria era Q3.95, mientras que entrevistas en familias de Escuintla calculaban que Q4.50 era lo necesario para cubrir la comida mínima de una familia de seis personas.
El 18 de febrero de 1980 estalló la huelga en la finca Tehuantepec. Lo que inició con aproximadamente 700 trabajadores, continuó con miles de trabajadores, religiosos y población en particular. Para el 21 de febrero ya había alrededor de 2000 trabajadores de fincas algodoneras y cañeras apoyando la movilización. El 25 de febrero iniciaron las negociaciones con el Ministerio de Trabajo y Previsión Social. Según el CUC, la cifra de personas en huelga era aproximadamente de 80,000.
Durante 15 días estuvo paralizada la industria azucarera, se tuvo que cambiar la administración agroindustrial y algunos administrativos españoles regresaron luego de esta demostración colectiva. Finalmente se anunció el 3 de marzo el aumento salarial de Q3.20 para los trabajadores de café, caña, algodón y ganadería. Al día siguiente retornaron a sus labores.
¿Qué pasó posteriormente?
La organización en la Costa Sur estaba presente y constituía una amenaza muy seria para los latifundistas. Añadido a ello, el Ejército Guerrillero de los Pobres (EGP) estaba tomando cada día más relevancia dentro del CUC. Durante años anteriores y posteriores a ésta huelga, hubo muchos actos de sabotaje dentro de las fincas. El Estado, consciente de ello, emprendió la acción de eliminar estas amenazas de una forma sistemática, pero también con horror.
Si bien existían casos de asesinatos y amenazas previo a 1980, estos solo se ampliaron y profundizaron posterior a 1980. Un ejemplo muy claro fue el asesinato del sacerdote belga Walter Voordeckers. Comprometido con los derechos laborales, fue un gran apoyo en diversas huelgas realizadas en Escuintla. Desde 1976 existían amenazas directas hacia él, las cuales terminaron el 12 de mayo cuando lo asesinaron.
Sabiendo que el papel de los religiosos era importante para la organización social, el Estado los fue eliminando poco a poco, inclusive menciona la Comisión para el Esclarecimiento Histórico: “de 17 catequistas que hubo en esa época en la aldea Miriam (Santa Lucía Cotzumalguapa, Escuintla), sólo sobrevivieron cuatro”.
Se reporta que hasta 1988, hubo más de 200 casos de desapariciones forzadas hacia personas, o familiares que eran parte de la organización social, sindical, campesina y religiosa de la Costa Sur. Las desapariciones forzadas son un delito cruel, que pretende crear histeria colectiva ya que no se conoce el paradero de la víctima, pero también es inhumano ya que no existe un cuerpo o tumba en donde velar y cerrar el proceso de duelo. Es un hecho que el Estado, con un aparente apoyo de las élites económicas, lograron destruir la organización sindical, no solo en la Costa Sur, sino a nivel nacional como tal.
Al día de hoy, no existen sindicatos de trabajadores, o al menos son escasos en los ingenios de la Costa Sur. Muchos de estos ingenios se valen de la Responsabilidad Social Empresarial para mantener una buena relación con los trabajadores. A nivel nacional, a pesar que existen varios sindicatos del sector privado, estas son ahora irrelevantes. Ya no existen huelgas numerosas como antes y no es posible que estén satisfechos económica y socialmente hablando. El miedo ganó y al día de hoy podemos verlo.
Actualmente se discute sobre la legalidad jurídica de la huelga de 1980, la cual lo más probable es que no lo fuera. Sin embargo, no es ninguna excusa para que el Estado cometiera ejecuciones extrajudiciales, torturas, desapariciones forzadas, crímenes de lesa humanidad o inclusive indicios de genocidio. Este es un caso que aún falta que se lleve ante los tribunales de justicia de Guatemala. Es necesario conocer nuestro pasado, para así comprender el presente y evitar que vuelva a ocurrir en el futuro.
La presente reseña histórica está resumida, pueden consultar estos textos para una mejor comprensión de la huelga en la Costa Sur en 1980.
- Falla R. (2020). Al atardecer de la vida. Resortes de la organización en el campo. Guatemala, 1975 a 1980. Volumen 7
- Forster C. (2011). “Miles de machetes en alto”: las luchas campesinas de la costa sur en el surgimiento de la revolución guatemalteca, 1970-1980. En: “Guatemala, la infinita historia de las resistencias”.
- Gramajo L, Ponciano K & Vandeveire J. (2016). Lucha campesina y trabajo pastoral en la Costa Sur.
- Impunity Watch. (2011). Porque queríamos salir de tanta pobreza.