En el marco de la guerra fría, el gobierno democráticamente electo de Salvador Allende en Chile, fue depuesto por un golpe de estado en 1973, el cual también significó el asesinato del presidente. Luego de estos acontecimientos asumió un gobierno autoritario, dictatorial, totalitario y militar, tan común en ese entonces en Latinoamérica. La persona a cargo del golpe de estado y del posterior gobierno fue el comandante en jefe del Ejército chileno en el periodo de Allende, Augusto Pinochet. Su periodo es reconocido por adoptar medidas propias del libertarismo (neoliberalismo) que, además, se fueron concatenando por el desprecio a la vida humana las cuales se reflejan por las múltiples denuncias de ejecuciones, torturas, desplazamientos y desapariciones forzadas. Debido a una condicional constitucional, junto a la presión internacional, se llevaría a cabo un plebiscito (o referéndum) en 1988 para determinar si Pinochet SÍ seguía o NO seguía en el poder.
La película del chileno Pablo Larraín, quien también dirigió Ema (2019) o Spencer (2021) y fue co-productor de la ganadora al Óscar, Una Mujer Fantástica (2017), nos sitúa de una forma magistral dentro de ese periodo del plebiscito. Esta es protagonizada por el célebre actor mexicano Gael García Bernal, conocido por Amores Perros (2000) o en donde se le reconoció con el Golden Globe con Mozart in the Jungle (2014-2018). Aquí interpreta a René Saavedra, un joven entusiasta e idealista publicista.
Esta película, basada en la obra de teatro de Antonio Skármeta, “El Plebiscito”, fue filmada en U-matic, común en los años 80s, por lo que nos da una sensación legítima de situarnos en ese momento. De igual forma utiliza personalidades que fueron parte de la publicidad del NO dentro de la misma película.
La película inicia situándonos en el campo donde se llevará a cabo la principal batalla: la publicidad. Nos muestran un posible proyecto para un refresco de cola, muy alegre y juvenil, algo que no terminan de comprender los clientes. Lo anterior descrito es una carta de introducción, otra forma de plantear la publicidad ante la sobriedad de las viejas generaciones. Conforme avanza la película, se plantea la problemática al protagonista: crear propaganda política asertiva que permita reposicionar al No.
Posteriormente se nos visualiza el momento social mediante un producto: el microondas y como este empieza a estar más presente en los hogares chilenos a finales de los 80s. Añadido a ello, se suma la coyuntura sociopolítica, cuando el protagonista está en la comisaría viendo como llevan detenidos a varios jóvenes activistas. Con estos elementos ya nos contextualizamos dentro de la obra, lo que sigue es una forma de narrar la historia para todos y lo importante que es transmitir un mensaje a través de los medios de comunicación.
Cuando el protagonista empieza a trabajar con la oposición, con el NO, se encuentra con un spot televisivo muy impactante, que muestra la violencia dentro de la dictadura sanguinaria de Pinochet. Pero este spot ¿vende? Por supuesto que no. Nos transmite miedo, nos comunica algo que ya sabemos, su función es denunciar más que vender. El mero concepto de vender dentro de la oposición es una falta de respeto, la democracia no se debería vender dicen.
Dentro del NO saben que no hay chances de ganar, por lo que se limitan a denunciar en un espacio que difícilmente se abría. Lo anterior es una crítica y visualiza cómo se comportan, incluso hoy en día, la oposición u organizaciones de derechos humanos en países con gobiernos corruptos o totalitarios. Hay revictimización, no hay consensos por lo que se dividen en muchos grupos, sus mensajes no se transmiten al ciudadano de pie, se usan conceptos rebuscados o demasiados teóricos. Nada de esto funciona si se quiere transmitir un mensaje.
La publicidad del NO empieza a alejarse de lo lastimero, del mensaje puramente político, incluso de la música folclórica. En su lugar, crea un jingle extremadamente pegajoso (que la saldrás cantando cuando veas la película), empieza a haber gente sonriendo en los spots, el mensaje es más vivaz, más colorido y más impactante para la juventud. Aunque esto también crea una discrepancia interna. La oposición duda, se siente insultada, cree que es una burla hacia las víctimas de la represión. Es por ello que convergen los spots alegres, con las denuncias serias, lo cual se comprende ya que, en esos 15 años de dictadura, toda muestra de oposición era silenciada brutalmente. Aquí había una forma de expresar la ira y dolor contenido tanto tiempo.
“El humor, recurso natural de los oprimidos estaba indudablemente del lado de la alternativa democrática. Mientras en la franja del NO se producían los chistes uno tras otro, en el SI primaba un espectro donde el miedo y el rechazo eran los sentimientos protagonistas”.
“La campaña que ganó” de María Luisa Rodríguez (1988).
Conforme se desarrolla la película, la misma toma un giro de thriller político. Recordemos, que, si bien se dio apertura a la libre expresión, ésta estaba controlada por un régimen militar que acosaba a las voces del NO. Este miedo también se transmite por medio de la desinformación, la violencia discursiva y la mentira dentro de los medios de comunicación (como los netcenter en Guatemala). El SÍ, junto a la cúpula económica, militar y política tenían como un hecho la victoria, por lo que descuidaron la forma de la transmisión del mensaje.
Responden con odio, señalando de comunistas a todos, trataban de limpiar la imagen de Pinochet como militar al tratar de darle una imagen más civil. Mientras el SÍ y el gobierno se hacían más violentos contra él NO, él NO respondía con esperanza y unión.
“El "NO" denunciaba seriamente los atropellos del régimen durante estos años y mostraba que había otra forma de vivir: los colores, la música, la actitud expresiva de los jóvenes y la posibilidad cierta de que unidos, sin odio, sin venganza, se podía cambiar. La franja del "NO" ofrecía reencontrarse con lo mejor de cada chileno”.
“Como comunicar la alegría” de Pablo Portales (1988).
Esta película, además de ser parte de la memoria histórica de una nación que le dijo NO a un dictador, es una forma de repensar la propaganda política. Organizaciones que se comunican con extensos y aburridos comunicados de prensa, partidos políticos alternativos que nunca logran impactar con la ciudadanía, entre muchos otros que no pasan de una misma forma de expresarse. Caen en la monotonía, en lo aburrido, nadie quiere seguir viendo más malas noticias en una sociedad hasta el borde de desgracias, suficiente se tiene con las tristezas personales.
Un análisis exhaustivo de la película y de la campaña del NO, nos pueden dar muchas ideas de cómo combatir gobiernos déspotas, como el nuestro, con las mismas armas que ellos controlan: los medios de comunicación. La película está disponible actualmente en Netflix.