“Nuestras Madres”: conociendo la verdad detrás de la verdad

El cine es una expresión que narra con elementos audiovisuales un aspecto de la vida, algunas veces más fantasiosa que otras. A veces nos malacostumbramos a un estilo y género en particular, ya sea por la tendencia del momento o nos aferramos a ciertos criterios para considerar algo de calidad o no.

El cine es una expresión que narra con elementos audiovisuales un aspecto de la vida, algunas veces más fantasiosa que otras. A veces nos malacostumbramos a un estilo y género en particular, ya sea por la tendencia del momento o nos aferramos a ciertos criterios para considerar algo de calidad o no. En La Sala de Cine continuó encontrando piezas que valen la pena ver varias veces. Un espacio para ver cine de otra manera. En esta ocasión me refiero a la obra dirigida y escrita por César Díaz: Nuestras Madres.

Alerta de spoiler

Sinopsis

    En Guatemala, inicia un juicio contra oficiales militares que presuntamente participaron en crímenes de lesa humanidad. Los testimonios siguen llegando, a pesar del miedo y el dolor. Ernesto es antropólogo y se dedica a exhumar huesos para identificar a personas desaparecidas durante la guerra de 36 años. A través de la historia de una viuda, Ernesto cree que ha encontrado una pista para encontrar a su padre, un guerrillero. Su madre, su amigo y hasta su jefe no creen que sea él, pero Ernesto insiste hasta toparse con una verdad a la que no estaba preparado.

    Como en toda película guatemalteca, Guatemala es un personaje con muchas dimensiones. El director César Díaz relata la historia de Ernesto, un joven antropólogo que aprovecha cada vez que puede para buscar indicios de su padre desaparecido durante el Conflicto Armado Interno. Seguramente, pensarás que es una historia más sobre la guerrilla y el ejército en una guerra sin sentido que duró más de tres décadas. Díaz humaniza un aspecto poco tratado y conocido por los jóvenes del nuevo milenio: los huérfanos de los fallecidos y desaparecidos.

    “Nuestras Madres” fue reconocida con la Cámara de Oro del Festival de Cannes.

    En toda guerra que se ha padecido en el mundo, siempre hay razones para iniciarlas y otras para terminarlas. Se justifican los conflictos bélicos con aspectos políticos, económicos y hasta ideológicos. Lo que poco se habla son de las consecuencias, heridas abiertas y secuelas que deja la sangre derramada.

    El Conflicto Armado Interno en Guatemala marcó a más de una generación. Como resultado, la sociedad promueve el individualismo, permite el miedo y la violencia, pero ante todo, trata de olvidar el dolor. El protagonista de esta película personifica esa versión de Guatemala.

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    Ernesto

    Armando Espitia interpreta a un joven que trabaja en el Instituto Forense de Guatemala. Una entidad pública que se dedica al rastreo e identificación de personas que han sido enterradas en fosas comunes. De acuerdo con los relatos de la madre de Ernesto, su padre era un revolucionario intelectual que se unió al grupo de la guerrilla.

    Póster de la película. Foto: Facebook

    Ernesto desconfía de todo el sistema y sabe que la sociedad está mal. Su vida se torna monótona y aunque trata de escapar de la realidad, esta misma lo vomita y regresa. El alcohol y el amor de una mujer no son suficientes para llenar el vacío que siente en su corazón. Sabe que su padre está muerto, pero necesita encontrarlo para cerrar el ciclo del duelo, duelo que no recuerda cuando empezó a sentir.

    "En este loco país solo se puede vivir loco o a verga (ebrio)"

    Palabras a Ernesto (el protagonista) a su amigo Juan.

    La película presenta a un guatemalteco promedio, pero no cae en tropos cómicos. El vocabulario soez y las actividades cotidianas (ir a un bar, salir a coquetear, beber) son parte de todo chapín. El cuidado con la estética es más natural y no tan perfeccionada. Ernesto puede ser cualquiera.

    La verdad

    Esta cinta también narra la historia de Nicolasa. Una viuda q’eqchi’ que llega al trabajo de Ernesto pidiendo ayuda. Como otras ocasiones, se trata de una investigación para exhumar restos en una fosa clandestina. Ella vive en una comunidad donde mujeres perdieron a hijos, esposos y hermanos a causa de una masacre.

    Nicolasa comparte con Ernesto el deseo de cerrar un capítulo de su vida que fue detenido de forma abrupta.

    "me acostumbré a vivir con mis muertos, pero ahora ya me cansé"

    Nicolasa a Ernesto

    Tal como sufrió Nicolasa, muchas mujeres en distintos departamentos, municipios y aldeas vivieron el dolor de la guerra. Una guerra que no les pertenecía, pero que padecieron. Un día, unos guerrilleros llegaron a la comunidad para pedir provisiones y comida, los habitantes del lugar los apoyaron. Al tiempo, el ejército llegó con la orden de eliminar a todo guerrillero. Sin embargo, no había ninguno. Para estar seguros, asesinaron a todos los varones de la comunidad.

    Trailer de la película

    Por lo general, se trata de dos versiones de la historia: la del ejército y la de la guerrilla. No obstante, la historia de la película se centra en el tercer bando del choque bélico: los guatemaltecos. En esta historia no hay vencedores, sólo vencidos. 

    El jefe de Ernesto cuestiona si Nicolasa realmente colabora por convicción honesta, o bien, la motiva el dinero que reciben los familiares de la víctima como resarcimiento. Una crítica válida por parte de escépticos, militares y conservadores. Ernesto confía en la palabra de Nicolasa. Un acto fuera de lo común. 

    Mientras más conocemos a Nicolasa, empatizamos con la realidad de muchas comunidades campesinas e indígenas.

    Detrás de la verdad

    La frase “la verdad detrás de la verdad” la extraigo de un contenido totalmente distinto. Se trata del manga Fullmetal Alchemist (Full Metal Alchemist Brotherhood en su versión anime). La utilizo como una referencia a que la verdad no es un objeto unidimensional y plano. Al contrario, la verdad es un concepto metafísico que está relacionado con la realidad en su significado más extenso. Lo que percibimos con nuestros sentidos no es toda la realidad, ni tampoco toda la verdad de la vida. Por más que leamos y aprendamos, la verdad es un estadio difícil de cubrir en su totalidad. 

    “Nuestras Madres” es una película que contiene mucho contenido en los 78 minutos que dura. Como espectador se entiende que el objetivo de César Díaz es empezar una conversación relacionada con la Memoria Histórica, la Justicia Social, el Conflicto Armado Interno y sobre Guatemala.

    La historia de Ernesto es una alegoría sobre una generación joven que descubre la historia de su país, se encuentra con sus raíces y se estrella con que la historia que le han contado por años no es tan correcta ni precisa como se la han dicho desde siempre.

    Tal vez hasta aquí hayas oído que la frase: “la historia la escriben los ganadores”. Esto tiene una gran parte de verdad, pero no toda. Se podría reformular de la siguiente manera:

    “La historia (consensuada o institucionalizada) es una mercancía que venden sus dueños (quienes ostentan el poder). Quienes la compran no saben que existen otras, o bien, son adiestrados para consumirla”.

    La historia de los “perdedores” no es una versión alterna de lo que conocemos oficialmente. Más bien, se trata de complementos que fueron censurados. El silencio proviene de la opresión física, política, económica y hasta psicológica. 

    En Latinoamérica, la historia de todas y todos ha sido silenciada por el miedo de las generaciones que la vivieron y hoy es ignorada por aquellos que no la vivimos. Una representación física de esto es la alusión a las placas de mármol en la Catedral Metropolitana que han sido olvidadas.

    Miles de nombres tallados de desaparecidos, ejecutados, masacrados y torturados en el Conflicto Armado Interno en planchas de mármol de las 12 columnas de la entrada a la Catedral Metropolitana.

    El tercer acto de la película nos presenta un giro de tuerca que le da sentido a todo. 

    En búsqueda de su padre, Ernesto encuentra a su madre. No la mujer con la que ha vivido toda su vida, sino una mujer que ha vivido por él. Con amor, Ernesto comprende que su historia es distinta a como se la han contado. Si Guatemala fuera personificado, debería ser mujer.

    Concuerdo con las palabras de la historiadora Luisa Gonzalez Reiche:

    "La maternidad en este país está marcada por la muerte. Nacemos del dolor, nuestras madres han sido en su mayoría sobrevivientes. Las madres de Nuestras Madres han cultivado la paciencia por décadas y han decidido contar la propia historia, aunque ello implique revivir las experiencias más dolorosas"

    Fragmento extraído de su reseña

    Te sugiero la lectura de “NUESTRAS MADRES Y SUS ACTOS DE MEMORIA” en Agencia Ocote.

    El título de la película engloba a la perfección con uno de los mensajes que quiso dejar el director. A partir de eso, los guatemaltecos podremos empezar a dialogar más sobre cómo sanar las heridas que siguen abiertas y entender nuestra historia. 



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    Las opiniones expresadas en este artículo son exclusivamente responsabilidad de su autor. Revista Telégrafo firme con su compromiso de promover el pensamiento crítico y libertad de expresión en la sociedad guatemalteca, brinda espacios abiertos, auténticos y sin filtros para que personas de distintos sectores de la sociedad puedan expresarse, sin embargo, la publicación de este artículo no supone que el medio valide su argumentación o la verdad de sus conclusiones.
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