Nunca les abrieron la puerta: Migrantes Guatemaltecos mueren quemados

Cruzar la frontera de Estados Unidos ilegalmente es una experiencia extremadamente peligrosa y traumática para los migrantes guatemaltecos y diversos centroamericanos. Por lo tanto, es evidente que la razón para hacerlo es una desesperada necesidad de mejorar sus condiciones de vida al no encontrar opción mejor en un país que tiene tan poco que ofrecer, Guatemala, un país que pareciera no tener futuro.

Escribo esta columna de forma lúgubre, es inevitable sentir una profunda indignación e impotencia cuando se leen noticias como estas.

La economía de Guatemala se sostiene por las remesas que envían las personas que han logrado cruzar la frontera hacia Estados Unidos, la gran y casi absoluta mayoría ilegalmente.

Cruzar la frontera de Estados Unidos ilegalmente es una experiencia extremadamente peligrosa y traumática para los migrantes guatemaltecos y diversos centroamericanos. Por lo tanto, es evidente que la razón para hacerlo es una desesperada necesidad de mejorar sus condiciones de vida al no encontrar opción mejor en un país que tiene tan poco que ofrecer, Guatemala, un país que pareciera no tener futuro.

El 27 de marzo, un titular desgarrador en los medios de comunicación anunciaba que 28 guatemaltecos murieron en un albergue para migrantes en Ciudad Juárez, México, durante un incendio.

La muerte por quemaduras es considerada una de las formas más dolorosas de morir. Las quemaduras causan un dolor muy intenso ya que las terminaciones nerviosas de la piel sufren daños severos y además del dolor inmediato, las quemaduras también pueden causar un colapso térmico, lo que puede llevar a la disminución de la presión arterial, dificultad para respirar y daño a otros órganos. El Instituto Guatemalteco de Migración (IGM) confirmó que 39 personas perdieron la vida durante el incendio, incluyendo 28 guatemaltecos.

El incendio se originó en el área del albergue en donde se retenían a los hombres adultos que estaban próximos a ser deportados y según declaraciones de Manuel López Obrador, presidente de México, el fuego se originó como medio de protesta de los propios migrantes al enterarse de su deportación. 

En este punto alguien obscenamente carente de empatía podría afirmar que “los migrantes se lo buscaron por haber iniciado el fuego y por protestar” no obstante, considerando todo el dinero que es necesario para pagarle a un traficante de personas, a un coyote y que estas personas se ven en la dura circunstancia de huir de su país para poder sobrevivir, pareciera hasta inofensivo en comparación incendiar colchones como protesta ante la aplastante indignación e impotencia que sufren las personas que migran ilegalmente al enterarse que serán deportadas y que la esperanza que tenían de un futuro, se esfuma.

Además, afirmar que los migrantes se buscaron una muerte tan dolorosa al protestar de esa forma es fácilmente refutable si tomamos en cuenta el doloroso testimonio de una mujer venezolana que vivió los hechos, Vinagly Infante.

Vinagly narra en su testimonio como estaba en el refugio esperando por alguna información sobre su esposo y padre de sus hijos que se encontraba detenido en el refugio. Al transcurso de varias horas sin ninguna información sobre el paradero de su esposo a eso de las diez de la noche; comenzó a esparcirse el humo por todo el lugar y todas las personas comenzaron a huir del fuego dejando encerrados a los migrantes en el lugar.

“Empezaron a salir todos corriendo y a los únicos que dejaron allí adentro encerrados fueron a los hombres. Los hombres se quedaron allá adentro. Nunca les abrieron la puerta"

Vinagly Infante.

Fuente: REUTERS

A los migrantes ningún Estado les abre la puerta, en especial su país de destino, Estados Unidos que únicamente incrementa la rudeza y violencia de sus políticas migratorias. 

Al leer sobre este desconsolante hecho es absolutamente necesario recordar que, desgraciadamente, esto guatemaltecos no son los primeros en morir en un incendio debido a que nadie les abrió la puerta pues este hecho recuerda a la tragedia perpetuada en el hogar seguro Virgen de la Asunción, en donde 56 niñas fueron quemadas en situaciones similares.

El 8 de marzo de 2017, 56 niñas fueron victimas de un incendio en un centro estatal de menores cuyo fin era resguardarlas de las condiciones en las que vivan en sus hogares. Las niñas sufrían de violencia, tortura y hasta abuso sexual en el hogar seguro y varios testimonios narran como estas niñas eran violadas sistemáticamente.

56 de ellas escaparon del hogar seguro debido a las condiciones infrahumanas en las que vivían, en donde comida en descomposición eran ya un lujo. Tras unas horas fueron capturadas por agentes de la Policía Nacional Civil (PNC) y dentro del hogar seguro fueron castigadas siendo encerradas sin agua y sin acceso a ningún baño.

Las versiones sobre el origen del fuego indican que tras 24 horas de encierro, una de las compañeras inició el fuego con un colchón de esponja como una forma desesperada de protesta, igual que los migrantes en Juárez. 

A estas niñas y adolescente tampoco les abrieron la puerta ni para hacer sus necesidades ni para darles agua o comida y transcurrieron casi diez minutos de agonía para estas niñas para que la subinspectora, Lucinda Marroquín abriera la puerta a pesar de los gritos de las niñas.

Mientras todo esto ocurría, los bomberos estaban retenidos por la PNC afuera del hogar seguro y los agentes les dijeron que necesitaban esperar una orden para dejarlos entrar. A los oficiales bomberos nunca les abrieron la puerta.

De las 56 niñas quemadas ese día, murieron 41.

Fuente: FRANCE-24

Cabe resaltar que el hogar seguro estaba subordinado a la Secretaría de Obras Sociales de la Esposa del Presidente (SOSEP) durante el gobierno de Jimmy Morales.

Tanto las niñas del hogar seguro como los migrantes en Juárez, en su desesperación por justicia, iniciaron fuego como ultimo recurso para ser escuchados y atendidos. La consigna que a la fecha gritan las compañeras cada 8 de marzo que se recuerda con dolor esta herida de la sociedad guatemalteca, es igualmente aplicable para los migrantes guatemaltecos que murieron quemados en Juárez al igual que ellas y en circunstancias similares: “No fue el fuego, fue el Estado”.

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