¡Pena de muerte para todos los crimínales!

Los políticos se empeñan en ganar popularidad vendiendo políticas represivas y populistas como solución al aumento de la violencia y la falta de seguridad. Más que estrategia electoral es populismo penal.

Los políticos se empeñan en ganar popularidad vendiendo políticas represivas y populistas como solución al aumento de la violencia y la falta de seguridad. Más que estrategia electoral es populismo penal.

Pena de muerte para los criminales que nos  quitan la paz” “Mano Dura” “Necesitamos más cárceles

Estamos en año electoral y desafortunadamente son innumerables las veces que hemos escuchado a los políticos proponer ideas cómo estás. 

A pesar de que no hay evidencia suficiente que demuestre la relación entre el aumento de las penas y la disminución de la delincuencia, culturalmente tenemos arraigada la creencia que “a mayor pena, más seguridad y justicia”. Por ello, en vez de elaborar y promover políticas preventivas en materia penal, la clase política guatemalteca se empeña en utilizar el populismo penal para vendernos la reactivación de la pena de muerte, la construcción de más cárceles y el aumento de las penas como solución a los problemas de inseguridad.

De acuerdo con el criminólogo inglés Antony Bottoms, se entiende por populismo punitivo al tipo de respuesta penal excesiva a situaciones de emergencia social. Este fenómeno  se caracteriza por utilizar el derecho penal como solución a todos los problemas sociales. Pero lejos de acabar con la criminalidad, la reducción de garantías procesales y penitenciarias para los presuntos delincuentes, únicamente ha servido para que los políticos ganen adeptos a costa de los derechos de los reos. 

El problema más grande del populismo penal es que juega con el miedo y el castigo para generar una falsa sensación de seguridad, distrayendo a la población del tema más importante: la prevención de los delitos. Recordemos que antes de sancionar, el estado debe prevenir. 

El sistema penal debe buscar una doble eficacia, por un lado debe buscar que las personas que cometen un delito tengan una consecuencia y por otro lado, debe buscar la reinserción de la persona privada de libertad en la sociedad. 

La indignación social a causa de la inseguridad hace que siempre optemos por comprar la idea que solo con “mano dura” se pueden transformar los problemas de la sociedad, evitando que analicemos el problema en profundidad y alejándonos de la verdadera solución. 

En conclusión, el problema no es el derecho penal, el problema es que le sigamos comprando a los políticos el discurso de que la única forma de transformación social es el populismo penal.

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