Pensamiento mágico-religioso y epilepsia: Sacando a la epilepsia de las sombras

Existe una carencia generalizada de especialistas en epilepsia y a menudo los médicos generales no tienen los conocimientos adecuados sobre la epilepsia. Este problema tiene mucha relevancia, dado que los profesionales de la salud tienen la responsabilidad de educar y concientizar a la población, para mejorar el entendimiento y el abordaje del proceso de salud-enfermedad, evitando de esta manera que se genere estigma y discriminación hacia las personas que padecen esta condición médica crónica.

La OMS estima que 50 millones de personas en el mundo padecen de epilepsia, definida como una disfunción neuronal que genera actividad excesiva o sincrónica, que conlleva a la generación de crisis epilépticas no provocadas, coloquialmente conocidas como convulsiones. (2) La Academia Americana de Neurología indica que 1 de cada 26 personas en todo el mundo desarrollará epilepsia a lo largo de su vida, por lo que probablemente todos hemos tenido o tendremos contacto con alguna persona con esta condición. (3) La actividad epiléptica, traducida clínicamente en crisis epilépticas, no solamente se expresa con sintomatología motora, que es lo que usualmente es más evidente y preocupante, sino también se pueden presentar características no motoras, no llegando siempre a un compromiso del estado de conciencia del individuo.

El tipo de crisis no motoras y sin alteración de la conciencia en las que no existe un reconocimiento inicial evidente de lo que puede estar ocurriendo, usualmente no se toman en cuenta para la búsqueda de atención médica, debido a que se tiene la tendencia a asociar la sintomatología sutil con factores relacionados con la psique y no como una alteración estructural o funcional del sistema nervioso, llevando a muchas personas a perpetuar un juicio erróneo con respecto a estos individuos, en donde no se les da la importancia que realmente amerita. Estos cuadros muchas veces tienen tratamiento médico eficaz demostrado con evidencia científica, por lo que la evaluación y diagnóstico oportunos tienen una importancia significativa que puede impactar de manera positiva la vida de los pacientes. 

Por otra parte, cuando las personas con epilepsia presentan las famosas “convulsiones”, realmente es probable que estén presentando lo que se conoce en medicina como crisis tónico-clónicas generalizadas. Históricamente, este tipo de crisis han intentado estudiarse para determinar cuál es la causa de tan prominentes manifestaciones clínicas que pueden comprometer la vida de la persona, sin embargo, hasta hace relativamente poco en nuestra historia se iniciaron los estudios de electroencefalografía para determinar la actividad eléctrica cerebral. En 1929, el neurólogo y psiquiatra alemán Hans Berger acuño el término electroencefalograma para describir el registro de los cambios eléctricos cerebrales captados por electrodos fijados en el cuero cabelludo. (4) A raíz de esto, se logró establecer que es una alteración cerebral lo que ocasiona las crisis y no son producto de cuestiones sobrenaturales o demoníacas como se pensaba antiguamente en muchas sociedades y civilizaciones.

Concepción mágico-religiosa de la epilepsia a lo largo de la historia

La palabra “epilepsia”, se origina del vocablo Griego “epilambaneim”, que significa “convulsionar” o “atacar”. Es una condición que ha sido descrita desde la antigüedad por todas las culturas en maneras que han sugerido orígenes sobrenaturales o místicos. (5)  En la Antigua Babilonia tanto la epilepsia como la lepra eran consideradas como enfermedades vergonzantes y las personas que las padecían tenían prohibido casarse, porque consideraban que la causa de su enfermedad era la transgresión de las leyes de los dioses. Los egipcios consideraban que la epilepsia era resultado de una posesión demoníaca, incluso llegaron a realizar trepanaciones craneales porque creían que de esa forma se liberaría a los demonios causantes de las crisis epilépticas. 

Las civilizaciones prehispánicas no estuvieron exentas del pensamiento mágico-religioso para la explicación de enfermedades. Los mayas, por ejemplo, consideraban que la epilepsia se debía a que el “nahual” o el alma animal protectora de la persona, sufría de algún tipo de abuso y quedaba herido. En la época colonial se perpetuó e incluso exacerbó el estigma social hacia las personas con epilepsia, se pasó de un pensamiento mágico politeísta de las culturas precolombinas a una imposición extremista, monoteísta, teocentrista de los conquistadores europeos, quienes flagelaban y encerraban a las personas con esta condición por considerarlas poseídas por espíritus “oscuros” o “satánicos”. (6) La herencia cultural del mestizaje entre nativos americanos y europeos ha mantenido vestigios de estos pensamientos sobrenaturales de manera arraigada en la sociedad contemporánea, especialmente en los estratos socioeconómicos más bajos que no tienen acceso generalizado a educación y salud.

Importancia del pensamiento científico

Los humanos con frecuencia buscamos explicaciones a todo lo que sucede a nuestro alrededor. A menudo queremos establecer causalidad en todo lo que acontece, pero hay situaciones que superan nuestro entendimiento. En dichos contextos lo que haría una mente genuinamente científica sería en primer lugar la aceptación de lo que ignoramos, para posteriormente a partir de minuciosas observaciones, generar posibles porqués que den explicación a las preguntas que surjan a raíz de las observaciones iniciales. Luego de ello, establecer un diseño analítico para demostrar objetivamente si son o no son verdaderas las posibles explicaciones o hipótesis, proceso conocido como experimentación. A partir de los resultados de los experimentos se pueden generar conclusiones, que en última instancia pueden llegar a formular teorías cuando se llega a cierta cantidad de evidencia, pero que aun así todavía no exista una certeza absoluta. Las leyes son el Monte Everest de los científicos, lo máximo a lo que se puede aspirar, lo que se considera irrefutable. En medicina no existen leyes, no hay certeza absoluta de nada, pero si hay evidencia que respalda recomendaciones y guías de manejo de las enfermedades que se conocen.

En el contexto de epilepsia, es una labor del médico y del personal de salud que realmente desea la mejora de su paciente, brindar la mejor consejería posible basada en evidencia de calidad, respecto a lo que probablemente está aconteciendo en su cuerpo, sembrar esa semilla de búsqueda de explicaciones racionales no solo en el paciente sino en su red de apoyo, para ir reduciendo el desconocimiento, y eventualmente, empezar a inclinar la balanza hacia la búsqueda de la verdad y no hacia el placebo mental sustentado en explicaciones ficticias, producto de nuestra florida imaginación.

Referencias Bibliográficas

  1. Liga Internacional contra la Epilepsia, Buró Internacional de Epilepsia y Organización Mundial de la Salud. Informe sobre la epilepsia en Latinoamérica. Panamá: OMS, ILAE, IBE; 2008. Disponible en: https://acortar.link/kBEeiq
  2. Organización Panamericana de la Salud. Epilepsia en Latinoamérica: Documento técnico basado en las presentaciones del Taller Internacional efectuado en Santiago de Chile, en agosto de 2013, y otras contribuciones posteriores. Santiago de Chile: OPS, LCE, IBE ILAE, UNAH; 2013. Disponible en: https://acortar.link/KcTtk9  
  3. Wirrell E. Evaluation of First Seizure and Newly Diagnosed Epilepsy. Continuum [en línea] 2022 Apr 1 [citado 16 May 2023]; 28 (2) :230-260. doi: https://doi.org/10.1212/con.0000000000001074
  4. Ramos-Argüelles F, Morales G, Egozcue S, Pabón RM, Alonso MT. Técnicas básicas de electroencefalografía: principios y aplicaciones clínicas. Anales Sis San Navarra  [en línea]. 2009  [citado 16 May 2023];  32( Suppl 3 ): 69-82. Disponible en: https://acortar.link/MSzTej
  5. Ali A. Global Health: Epilepsy. Semin Neurol. [en línea] 2018 Apr [citado 16 May 2023]; 38 (2): 191-199. doi: https://doi.org/10.1055/s-0038-1646947
  6. Figueroa-Duarte A, Campbell-Araujo O. La visión de la epilepsia a través de la historia. Bol Clin Hosp Infant Edo Son [en línea] 2015 [citado 16 May 2023]; 32(2); 87-101. Disponible en: https://acortar.link/BHDICb  
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