Poliomielitis en Guatemala: ¿El regreso inminente de una enfermedad olvidada?

Piernas deformadas o paralizadas. Torsos atrofiados y problemas para respirar. Esta fue la historia de discapacidad y dolor sufrida por las miles de personas infectadas por el virus de poliomielitis antes de que existieran vacunas capaces de prevenirla. Medio siglo después, países como Guatemala corren el riesgo de nuevamente padecer las devastadoras consecuencias de una enfermedad que se considera erradicada de la región de las Américas desde hace más de 30 años.

A finales del siglo XIX y principios del siglo XX, las frecuentes epidemias convirtieron a la poliomielitis en la enfermedad más temida del mundo en aquella época. Muchos de sus sobrevivientes tuvieron que enfrentar consecuencias de por vida. 

Vivir con secuelas de poliomielitis significó que muchas personas necesitaran de aparatos ortopédicos para las piernas, muletas o sillas de ruedas, y algunos incluso llegaron a necesitar dispositivos que les permitiera continuar respirando, como el pulmón de acero, un respirador artificial inventado para el tratamiento de pacientes con polio. 

Este fue el caso de Paul Alexander, que en el verano de 1952 y con apenas 6 años contrajo polio y quedó paralizado de por vida. Hoy, a sus 74 años, es una de las últimas personas en el mundo que todavía utiliza un pulmón de acero para poder respirar.

A mediados del siglo XX, el poliovirus se podía encontrar en todo el mundo y mataba o paralizaba a más de medio millón de personas cada año. Sin cura y con epidemias en aumento, había una necesidad urgente de una vacuna.

Fue hasta 1955 cuando se anunció que la vacuna inyectable desarrollada por Jonas Salk era eficaz y segura. Esta vacuna se denominó vacuna de polio inactivada (IPV), lo que significa que utiliza un virus de polio que no está vivo. 

En 1962, el investigador Albert Sabin desarrolló una vacuna oral contra poliomielitis (OPV) empleando un virus de poliomielitis vivo, atenuado o debilitado. Esta vacuna fue revolucionaria, ya que debido a su fácil administración, facilitó el comienzo de la distribución de vacunas eficaces, seguras y asequibles contra polio en todos los rincones del planeta.

Hoy en día muchos países emplean ambas vacunas dentro sus esquemas de vacunación para proteger a su población frente a la aparición de nuevos brotes de poliomielitis.

¿Qué es la poliomielitis?

La poliomielitis es una enfermedad contagiosa causada por un virus que invade el sistema nervioso y puede causar parálisis en cuestión de horas. El virus se transmite de persona a persona, principalmente por vía fecal oral o, con menos frecuencia, a través de un vehículo común, como el agua o los alimentos contaminados, y se multiplica en el intestino. Las personas infectadas excretan poliovirus al medio ambiente durante varias semanas, lo que provoca una rápida propagación en áreas con malas condiciones sanitarias.

La poliomielitis afecta principalmente a los niños menores de cinco años, pero cualquier persona que no esté vacunada puede contraer la enfermedad, sin importar su edad.

Los síntomas iniciales de la infección son fiebre, cansancio, dolor de cabeza, vómitos, rigidez del cuello y dolores en las extremidades. Una de cada 200 infecciones produce una parálisis irreversible, generalmente de las piernas, y un 5% a 10% de estos casos fallecen por parálisis de los músculos respiratorios.

Antecedentes de poliomielitis en Guatemala

  • De 1949 hasta 1983, se registraron varios brotes de poliomielitis en Guatemala, los cuales afectaron principalmente a niños menores de 5 años. Sin embargo, con la introducción de la vacuna antipoliomielítica (OPV) en el país en el año 1972 y el posterior desarrollo de las estrategias de vacunación, se logró un impacto positivo en la reducción de los casos.
  • No fue hasta 1985, con la implementación del Plan de Erradicación de la Poliomielitis, que se logró la eliminación de la enfermedad. En 1990, se notificaron los últimos tres casos de poliomielitis en Guatemala, correspondiendo a las áreas de salud de Totonicapán, Chimaltenango y Guatemala.
  • En 1994, las Américas se convirtieron en la primera región del mundo en ser certificada libre de poliomielitis por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Certificación que se ha mantenido por más de tres décadas hasta la actualidad.
  • En el año 2019 se detectaron tres VDPV (poliovirus derivados de vacuna) en aguas residuales de Río Platanitos, municipio de Villa Nueva y Aldea Cruz Blanca, Municipio de San Juan Sacatepéquez, Departamento de Guatemala. Estos solo fueron detectados en aguas residuales y no hubo transmisión de persona a persona, sin embargo, se concluyo que persiste el riesgo de reintroducción de poliovirus en Guatemala.

10 años sin alcanzar coberturas de vacunación

Después de tres años de pandemia, los sistemas de salud en Guatemala continúan enfrentando desafíos importantes. Uno de ellos es el actual riesgo de reaparición de poliomielitis en el país.

Las bajas coberturas de vacunación contra poliomielitis, que se venían observando desde hace una década, terminaron de acentuarse con la venida de la pandemia de COVID-19. Una emergencia sanitaria que durante los últimos tres años limito la capacidad del sistema de salud para implementar actividades de prevención como lo es la vacunación y la vigilancia epidemiológica de posibles brotes de poliomielitis.

Muestra de ello es que desde el año 2013, no se han alcanzado coberturas útiles por encima de 95% capaces de minimizar el riesgo de aparición de poliovirus en el país.

Fuente: Adaptado de Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia. Inmunizaciones – Última actualización: julio de 2022. Nueva York: UNICEF; 2022 (citado el 11 de Julio de 2023).

El aumento de la población susceptible como resultado de la baja cobertura de vacunación se traduce en un mayor riesgo de ocurrencia y propagación del poliovirus en Guatemala. 

Según el análisis de riesgo de poliomielitis a nivel nacional para el año 2021; Guatemala ha pasado de ser un país de Mediano Riesgo a un país de Alto Riesgo con un 75% de sus áreas de salud dentro de las categorías de alto riesgo (12) y muy alto riesgo (10).

MUY ALTO RIESGO (10)
34%
ALTO RIESGO (12)
41%
MEDIANO RIESGO (6)
20%
BAJO RIESGO (1)
3%

Además, reporto que el 62% de los municipios en el país se encontraban en las categorías de alto riesgo (69) y muy alto riesgo (142).

MUY ALTO RIESGO (142)
41%
ALTO RIESGO (69)
20%
MEDIANO RIESGO (89)
26%
BAJO RIESGO (40)

Vigilancia epidemiológica de poliomielitis

La vigilancia de poliomielitis, se realiza mediante la vigilancia sindrómica de Parálisis Flácidas Agudas (PFA) la cual tiene como objetivo general mantener la certificación de erradicación de poliomielitis en la región.

Sus objetivos específicos son:

  • Detectar oportunamente los casos de poliovirus salvaje y la circulación de poliovirus derivado de vacuna.
  • Investigar y dar seguimiento a cada caso sospechoso de Parálisis flácida aguda.
  • Caracterizar los casos de Poliomielitis asociados a la vacuna.

Entre 2020 y 2022, hubo una reducción significativa en el número de casos de Parálisis flácida aguda notificados en comparación con el periodo pre-pandémico.

Muestra de ello, es que para la semana epidemiológica 33 del año 2022 se notificaron únicamente 38 casos sospechosos a través de la vigilancia sindrómica de parálisis flácida aguda, lo cual representa un 30% menos de lo esperado para dicho periodo. Además, menos del 8% del total de los casos sospechosos recibieron seguimiento a los 60 días.

Una débil vigilancia epidemiológica de parálisis flácida aguda, aumenta el riesgo de que en Guatemala no se detecten casos o brotes oportunamente, principalmente en poblaciones vulnerables (indígenas, migrantes, entre otros), lo cual es un desafío añadido a las ya de por sí bajas coberturas de vacunación.

Por lo antes mencionado, se concluye que el riesgo de ocurrencia de casos o brotes de poliomielitis y su posterior propagación en la región es alto.

Experiencias personales: hablemos sobre las deficiencias actuales

Las deficiencias identificadas en este apartado no deben considerarse como la opinión de un experto, sino como mi experiencia personal tras haber realizado vigilancia epidemiológica de parálisis flácida aguda en hospitales de referencia nacional y participado de mesas técnicas para la elaboración de los planes de mitigación para enfermedades inmunoprevenibles en Guatemala. 

Algunas de las deficiencias que dificultan realizar acciones de vigilancia, prevención y diagnóstico oportuno de poliomielitis en Guatemala son:

  • Guatemala no cuenta con la capacidad tecnológica para procesar muestras sospechosas de poliovirus: Para todo caso sospechoso de poliomielitis es requisito enviar una muestra de 5-20 gr. de materia fecal a estudio. Al no disponer de la tecnología necesaria, las muestras deben enviarse al laboratorio de referencia del CDC de Atlanta, USA, el cual tarda de 1 a 3 meses en compartir los resultados de laboratorio.
  • La poliomielitis se ha convertido en una enfermedad olvidada por los profesionales de la salud: Al no disponer de pruebas rápidas que permitan confirmar una infección por poliovirus, la responsabilidad diagnóstica recae en la experiencia y las habilidades del personal de la salud para reconocer oportunamente esta enfermedad. Habiendo transcurrido 33 años desde el último caso de polio, es lógico pensar que se puede pasar por alto o confundir con otras patologías como Síndrome de Guillain-Barré, Mielitis Transversa, entre otras.
    • Hospitales nacionales en la era de papel: Las hojas estadísticas, epidemiológicas y médico/legales que se utilizan dentro de los hospitales nacionales continúan siendo de papel, situación que dificulta la búsqueda, recolección y análisis de datos dentro de las mismas instituciones. A inicios de 2023 fui testigo de la necesidad de digitalizar los datos en salud, cuando realice una búsqueda activa de casos compatibles con parálisis flácida aguda en el Hospital Roosevelt, donde encontré que gran parte de la papelería estaba llenada de la siguiente manera.

Personal poco motivado, deficientes condiciones laborales, sobrecarga de trabajo, desconocimiento de los protocolos de vigilancia, dificultades en la recolección y transporte de las muestras sospechosas son solo algunas de las deficiencias y barreras que limitan los quehaceres en la prevención y vigilancia de poliomielitis en el país.

Una amenaza latente: queda mucho por hacer

El impacto social y económico negativo de la pandemia de COVID-19 en Guatemala, no tiene precedentes. Además de la morbilidad y mortalidad directamente atribuidas a la COVID-19, la pandemia, en general, también ha afectado la prestación de servicios de salud, las conductas de demanda de servicios de salud, los recursos y la capacidad de respuesta a brotes.

Ante el alto riesgo que el país tiene de reintroducción del virus de la Poliomielitis debido a las bajas coberturas de vacunación y no alcanzar indicadores adecuados de vigilancia epidemiológica, los sistemas de salud deben de realizar mayores esfuerzos en:

  • Incrementar y fortalecer la vigilancia epidemiológica “Sindròmica de casos de PFA”.
  • Detectar oportunamente los casos de PFA en la red de servicios de salud.
  • Aumentar la cobertura de vacunación de IPV y OPV3 a nivel nacional y local.
  • Socializar los protocolos de vigilancia y manejo de posibles casos de polio con el personal de la salud.
  • Incrementar comunicación de riesgo y acciones de educación en salud con énfasis en la importancia de la vacunación y aspectos generales de la enfermedad de la poliomielitis en todos los niveles. 

Actualmente, el riesgo de reaparición de poliomielitis en el país coexiste con otros desafíos crónicos del sistema de salud como es la fragmentación de los servicios de salud, la inequidad en el acceso a servicios integrales y la continuidad de estos, la corrupción endémica, la falta de voluntad de los formuladores de políticas públicas, las limitaciones de recursos en general, incluidos los recursos humanos, entre otros. Todo esto mientras el personal sanitario intenta mantener a flote los demás servicios esenciales de la salud  que no son capaces de satisfacer las necesidades mínimas de la población guatemalteca. 

Los sistemas de salud en Guatemala continuarán enfrentando desafíos importantes durante los próximos años y aunque muchos de nosotros hayamos tenido el privilegio de nacer en un mundo sin polio.  Desde hace una década Guatemala se ha convertido en el caldo de cultivo para el regreso de una enfermedad que aún continua latente en el planeta. 

 

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