Semilla

En este texto se pretende demostrar que Semilla no es comunista, sino que, por el contrario, es considerada como un partido burgués según el verdadero pensamiento de izquierda. Sin embargo, la extrema derecha utiliza este fantasma para desinformar.

En esta última semana de campaña electoral, los partidos tradicionales y afines, están llevando a cabo intensas actividades de desinformación con una marcada falta de coordinación, lo cual refleja el nivel de desesperación presente. Desde prácticas de clientelismo comunes hasta supuestos análisis académicos que pretenden cuestionar el aparente carácter socialista del partido político Semilla. 

No obstante, es importante destacar que Semilla se autodefine como socialdemócrata, una postura que, aunque puede ser más fácilmente asociada con la izquierda política, dista significativamente de representar el socialismo o incluso en mayor medida, el comunismo. Por el contrario, entre los militantes comunistas existe la percepción de que Semilla es un partido tibio que evita abordar los problemas en su raíz.

El distanciamiento entre la corriente comunista y la socialdemocracia encuentra sus raíces en una serie de acontecimientos históricos, tal como se evidencia en el caso de la traición sufrida por Rosa Luxemburgo a manos del Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD). Rosa Luxemburgo, una de las figuras más influyentes en la teoría marxista y el socialismo científico, ilustra de manera significativa este conflicto. De forma resumida, a finales del siglo XIX, Rosa se unió al SPD, donde rápidamente expresó su oposición al nacionalismo alemán, a la burguesía y a las alianzas partidistas que respaldan estos intereses, incluido el propio SPD. Rosa Luxemburgo encarnaba el ala más radical tanto del SPD como de la izquierda en su conjunto. Su incansable labor teórica de naturaleza revolucionaria generó tensiones internas en el seno del partido. Así, en 1919, los líderes socialdemócratas llegaron solicitando a grupos paramilitares que llevaran a cabo la eliminación de Rosa Luxemburgo, una orden que finalmente se cumplió. Posterior a ello, se desencadenaron numerosos actos de represión dirigidos hacia el Partido Comunista (conocido como Liga Espartaquista en ese momento).

Foto: teleSUR

Con este trasfondo histórico, el comunismo ha establecido una separación clara de las posturas socialdemócratas. El comunismo ha denunciado que lo socialdemócrata implica:

  • Reformismo: se centra en cambios superficiales dentro de la estructura social, sin abandonar el sistema capitalista ni la sociedad que perpetúa la explotación humana. Por el contrario, el comunismo aboga por una lucha revolucionaria de clases, donde la primacía recae en la dictadura del proletariado.
  • Tendencia burguesa: los comunistas apuntan a que los socialdemócratas tienden hacia una mentalidad burguesa o incluso pactan con la burguesía para salvaguardar sus propios privilegios de clase. Creando así una especie de traición de clase.
  • Inclinación imperialista: la socialdemocracia se muestra sumisa o tibia frente a los deseos imperialistas de otras potencias.

En el contexto nacional, se observaba como varios académicos con inclinaciones hacia el comunismo o el socialismo cuestionaban y mantenían cierta distancia ideológica de la plataforma política representada por Semilla. Esto se evidenciaba en el posicionamiento, en espacios intelectuales como el Partido Socialista Centroamericano (PSOCA), cuyas opiniones se pueden resumir en este texto del 27 de mayo de 2019:

La ex jefa del Ministerio Público, candidata del Movimiento Semilla, encarna la política impulsada por el imperialismo estadounidense, respaldada por el imperialismo europeo, a través del Plan Alianza Por la Prosperidad, diseñado por el gobierno de Barak Obama para empezar a dar una solución al grave problema de la migración centroamericana hacia el norte; este plan incluye el fortalecimiento de la institucionalidad del Estado burgués para dar paso a un orden de cosas que permita el funcionamiento del Estado de Derecho, libre de corrupción, transparente, con rendición de cuentas, etc., como un paso para crear condiciones que eviten la migración, dando soluciones viables a los graves problemas de la población…

Secretariado Ejecutivo Centroamericano (SECA)

En este contexto, emerge un caso de relevancia en el ámbito de los intelectuales de extrema izquierda, personificado por Mario Roberto Morales, quien popularizó los términos “izquierda rosa” y “derecha lila” para caracterizar distintas posturas ideológicas. Sus críticas contundentes no solo se centraban en Semilla como ejemplo de “izquierda rosa”, sino que abarcaban a otros actores políticos como la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG), Winaq y la Unidad Nacional de la Esperanza (UNE) en el año 2017. 

De manera paralela, Morales categoriza como “derecha lila” a las agrupaciones que ocupaban la plaza en 2015 y mantenían alianzas con el Comité Coordinador de Asociaciones Agrícolas, Comerciales, Industriales y Financieras (CACIF), además de señalar a académicos de la Universidad Francisco Marroquín y otros grupos o particulares.

Foto: Guatemala.com

Mario Roberto Morales evidenciaba la presunta hipocresía de estas entidades al criticar la corrupción mientras, según él, dependían de contratos estatales, la Fundación Soros y financiamiento de agencias vinculadas al capital transnacional. Dentro de esta perspectiva crítica, Morales no sólo señalaba discrepancias, sino que también profundizaba en el concepto de traición dentro de la esfera socialdemócrata, manifestándose de la siguiente manera en un Editorial de El Periodico del 21 de junio de 2017:

“A esto se están prestando los corruptos vendepatrias de la izquierda rosa y la derecha lila, con lo que perpetran una traición histórica contra el interés nacional, tal y como lo hicieron quienes abandonaron a Arbenz en 1954 y los que claudicaron con la firma de la paz en 1996, pactando fracasar como partido político, para acabar como oenegeros políticamente correctos.”

A lo largo de su trayectoria política, Semilla ha sido percibida como una fuerza tibia por grupos izquierdistas que, pese a su objetivo de preservar la democracia, parecen abogar por una democracia de corte burgués. Esta noción se extiende incluso dentro de sus propias filas, donde predominan figuras políticas con raíces en la academia, pequeños empresarios, políticos de orientación moderada y líderes estudiantiles. 

En cambio, existe ausencia de proletarios, sindicalistas, guerrilleros o individuos fuertemente inclinados hacia extremos en sus filas. La peculiaridad de Semilla radica en que sus políticas gubernamentales no presentan indicios de centralización de poder, comunes en gobiernos socialistas, tampoco la formación de un ejército revolucionario, rupturas en las relaciones comerciales con Estados Unidos, subordinación a los intereses empresariales ni enfoques de expropiación con el propósito de beneficiar a las comunidades. 

En lugar de ello, su visión gravita en torno a la descentralización, alianzas sostenibles entre los sectores público y privado, así como la eficacia en la gestión de la administración pública. Inclusive históricamente se ha visto a Juan José Arévalo como un reformista durante la primavera democrática o un posterior traidor a las causas sociales como mencionaba Luis Cardoza y Aragón. Para la izquierda internacional, la del Foro de Sao Paulo. Siguen siendo vistos como traidores al criticar y condenar los gobiernos de Nicolás Maduro de Venezuela y de Daniel Ortega en Nicaragua.

Foto: Mario Roberto Morales

A lo largo de varios años, la extrema derecha ha denominado a Semilla como la “Izquierda Pink”, retratando al partido como una agrupación de jóvenes supuestamente ineptos para asumir roles en la política nacional. Sin embargo, estas percepciones tomaron un giro radical cuando, en el año 2019, Thelma Aldana se postuló como precandidata por Semilla. Esta decisión representó una amenaza inminente para los partidos políticos tradicionales, en especial para el status quo que había sido desafiado previamente por la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG).

A pesar de este cambio, la candidatura de Thelma Aldana no logró avanzar, debido a las amenazas judiciales en su contra, por lo cual se vio obligada a exiliarse. Este momento marcó una transformación en la percepción de Semilla, que pasó de ser catalogada como la “Izquierda Pink” por la extrema derecha y ciertos sectores, a ser vista como una fuerza comunista. Este cambio de enfoque se convirtió en un punto de convergencia para la extrema derecha y los grupos que habían disfrutado de la impunidad en el país.

La naturaleza de Semilla como un partido no comunista es evidente. A pesar de esto, las críticas persisten, llegando incluso de sectores progresistas que los tildan de un partido político burgués, compuesto exclusivamente por individuos blancos, heterosexuales y urbanos. Sin embargo, mientras que estas críticas reflejan perspectivas ideológicas, la extrema derecha y aquellos acusados de corrupción adoptan un enfoque de discurso basado en el miedo. El recurso del fantasma del comunismo cada día va perdiendo más fuerza en Latinoamérica y Guatemala no es el único ejemplo. En respuesta a ello, la extrema derecha y los señalados por corrupción no solo recurren al fantasma del comunismo, sino también a la amenaza del progresismo y la supuesta agenda 2030 del nuevo orden mundial.

La población, sin embargo, está adoptando una actitud más crítica hacia estos discursos espurios y alarmistas. Este cambio en la percepción está generando un ambiente en el que candidatos ajenos a la tradicional partidocracia, encuentran espacio en la contienda electoral presidencial.

Foto: Desinformación de “Semilla Bajo la Lupa” sustentada por académicos de la UFM
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