Sifilis, el fantasma de nuestro pasado

“Syphilis sive morbus gallicus” [Sífilis, la enfermedad francesa] fue el apelativo que el médico y poeta italiano Girolamo Fracastoro en 1530, brindó a una enfermedad que, si bien innominada, tenemos constancia existía desde inicios de la historia documentada. Esta enfermedad es causada por la bacteria T. Pallidum misma que se transmite por el contacto de mucosa o sangre a través de llagas en los órganos sexuales y boca de los contagiados. Convirtiendo a la misma, en la ETS (Enfermedad de transmisión sexual) por excelencia.

“Syphilis sive morbus gallicus” [Sífilis, la enfermedad francesa] fue el apelativo que el médico y poeta italiano Girolamo Fracastoro en 1530, brindó a una enfermedad que, si bien innominada, tenemos constancia existía desde inicios de la historia documentada. Esta enfermedad es causada por la bacteria T. Pallidum misma que se transmite por el contacto de mucosa o sangre a través de llagas en los órganos sexuales y boca de los contagiados. Convirtiendo a la misma, en la ETS (Enfermedad de transmisión sexual) por excelencia.

Desde tiempos inmemoriales, el ser humano ha tenido que vivir y perdurar esta terrible enfermedad. Los esfuerzos por combatirla o inclusive encontrar una cura fueron infructuosos; hasta que, en el año de 1928, Alexander Fleming descubrió la penicilina. Desde ese año hasta mitad del siglo XX, los estudios clínicos y experimentales que fueron llevados a cabo pavimentaron el camino para que hoy esta sea la cura por excelencia para dicha enfermedad. Sin embargo, bajo ese manto se trataron de esconder algunas experiencias poco éticas que fueron llevadas a cabo en países en desarrollo; siendo uno de estos Guatemala.

Corría el año de 1945, en el Laboratorio de Investigación de enfermedades venérea -LIEV- del Departamento de Salud de los Estados Unidos de la Organización Panamericana de la Salud -OPS-. Dr. John C Cutler, médico en jefe del laboratorio explicaba la situación que les aquejaba. 

Estaba trabajando en sus estudios respecto a la efectividad de la penicilina para tratar enfermedades venéreas, sin embargo, debía realizar estudios en grupos pequeños y controlables donde existiera un elevado riesgo de contagio con sífilis. Y encontrar un lugar que cumpliera esas características se había vuelto complicado, especialmente dentro de los Estados Unidos. 

El motivo de esto es porque la realización de dichos experimentos en humanos podría ser considerado bajo los ojos del público; poco éticos, ya que, sería necesario inyectar el germen de la sífilis directamente en el cuerpo humano para evaluar los efectos. Situación que, más adelante el Editor Científico de The New York Times, Waldemar Kaempffert, calificaría como: “Éticamente imposible”.

Dr. Cutler

Dicho eso, lo imposible se volvió una posibilidad y esta se manifestó en la forma del Dr. Juan Manuel Funes. El también conocía la difícil situación que aquejaba al Dr. Cutler, llevaba ya un año que se había unido al Laboratorio de Investigación venérea, por parte de la Dirección General de Sanidad Pública del Gobierno de Guatemala. Tras considerarlo detenidamente, ofreció realizar dichos estudios clínicos y experimentos de inoculación en Guatemala. 

Uno de los motivos principales para considerar por parte de Cutler esta idea, era que en Guatemala la prostitución era legal en esta época; además, el Doctor Funes ocupaba un puesto clave dentro de esta actividad en el país. 

Él era el encargado de la supervisión médica de prostitutas y encargado del centro de atención gratuita de enfermedades venéreas. Se consideró que, las prostitutas podrían ser inoculadas con sífilis y así, poder transportar la enfermedad a un lugar en el cual tuvieran control y pudieran desarrollar sus estudios clínicos detenidamente. El lugar designado fue, en primera instancia, la Penitenciaria General de Guatemala. Y no era coincidencia tampoco ello, las prostitutas podían entrar, realizar visitas a los reos y a su vez, este lugar era uno controlable y donde se tenía conocimiento de existir elevado nivel de infecciones con sífilis.

Tomados en cuenta estos puntos, se firmaron acuerdos en 1946 entre la OPS y los altos mandos del Gobierno de Guatemala. Incluso teniendo la oportunidad el Doctor Cutler de conocer a los altos mandos del Ejército Nacional de la Revolución. 

Los estudios iniciales dentro de la prisión involucraron la inoculación y tratamiento de sífilis y gonorrea en 219 pacientes; siendo esta ultima, otra -ETS- caracterizada por dolor al orinar en los órganos sexuales, abertura en la uretra y faringitis. Pero estos estudios y experimentos demostraron ser poco eficientes. La falta de educación dada a los reos respecto a los estudios que se estaban realizando, generó desconfianza a los doctores y a la larga hizo que se rehusaran a que les sacaran sangre de forma semanal. 

Esta circunstancia se sumó a una tendencia de resultados poco fidedignos en las pruebas realizadas; se consideró pues que los experimentos deben reorientarse. Para evaluar el gran número de posibles falsos positivos, los miembros del laboratorio decidieron que era necesario realizar estudios y tratamiento en grupos de personas que no fueran sexualmente activas, pero que vivieran en áreas donde la infección de sífilis fuera alta.

Fue por este motivo, que iniciaron estudios clínicos en niños y adolescentes en una escuela de Puerto San José. 

Estos estudios involucran: toma de muestras y en algunas cosas, punciones lumbares. Mas nunca se realizó inoculación o exposición de sífilis en los niños. Tampoco existe evidencia que los niños o sus padres tuvieran conocimiento o dieran consentimiento de formar parte de estos estudios. 

1384 niños fueron parte de estos estudios. Y si bien, los anteriormente mencionados experimentos contaron con la voluntariedad de los pacientes para ser inoculados o no necesitaban de la misma para los estudios, lo que sucedió posteriormente en el Hospital Psiquiátrico de Guatemala demostró hasta donde estaban dispuestos a llegar por su estudio.

En el año de 1947, el Dr. Richard C Arnold, compañero del laboratorio de enfermedades venéreas trato de convencer al Dr. Cutler que su idea de iniciar experimentos en el Hospital Psiquiátrico de Guatemala causaría problemas, por la imposibilidad de dar su consentimiento de los pacientes. Pero Cutler ya había iniciado, casi dos meses después de los experimentos en la penitenciaría a trabajar en el hospital psiquiátrico, siendo la situación con los reos el motivo final para reubicar sus intereses en el susodicho manicomio.

Paciente Sifilis

446 pacientes fueron parte de inoculación con sífilis, con el apoyo del entonces director Dr. Carlos Salvado. Los experimentos de inoculación a pacientes del hospital fueron realizados en su mayoría mediante la inyección de la bacteria en los pacientes. Dicho eso, la utilización de otros métodos también consta en los estudios clínicos. Entre ellos, dos llaman brutalmente la atención. La ingestión oral de la bacteria, la cual se logró mezclando tejido testicular con una solución liquida de mucosa infectada, esta fue diluida en agua y dada a tragar al paciente. 

Y el segundo método, la punción cisternal. Mediante este método, una aguja es introducida debajo de la base del cráneo y por esta acción se logró la inyección de la bacteria directamente en el sistema nervioso.

Al final del día se estima que más de 1500 guatemaltecos desde 1946 a 1948 formaron parte de los experimentos, de estas 83 personas perdieron la vida. 

Desde los ojos de la modernidad, es imposible considerar la realización de estos experimentos. Lo antiético y brutal de los mismos es abismal. Y de hecho, considero necesario recalcar que, para esos años, estos experimentos de igual forma, hubieran sido recriminados. 

Al mismo tiempo que el Dr. Cutler realizaba estos experimentos, los tribunales de Nuremberg juzgaban y condenaban a los altos mandos de el gobierno de la Alemania Nazi por crímenes de lesa humanidad, crímenes en los cuales la experimentación con niños y de adultos sin consentimiento, además del genocidio judío, fue el punto central del caso. Producto de ello, se creó el código de Nuremberg para reglamentar los estudios experimentales en humanos. Bajo estos principios se estableció como primordial que:

”1. El consentimiento voluntario del sujeto humano es absolutamente esencial. 2. El consentimiento voluntario del sujeto humano es absolutamente esencial…”. Situación que no fue respetada en el Hospital Psiquiátrico de Guatemala.

Juicio de Nuremberg

El prejuicio y racismo que se dio durante los experimentos, tampoco puede ser una circunstancia ignorada. Debido a todo lo narrado anteriormente, el secretismo de los datos dados en los estudios es evidente.  Sin embargo, tras la muerte del Dr Cutler, los archivos fueron encontrados por la Dr Susan Reverby y tras su examen, fue publicada la información mediante el trabajo: SÍFILIS POR “EXPOSICIÓN NORMAL” E INOCULACIÓN: UN MÉDICO DEL ESTUDIO “TUSKEGEE” EN GUATEMALA, 1946–1948.

Al final del día, dos presidentes estadounidenses pronunciaron sus disculpas por los experimentos realizados. A pesar de sus disculpas, en 2012 las cortes federales estadounidenses rechazaron una demanda presentada por las familias de las víctimas, indicando que el Gobierno estadounidense no era responsable de los acontecimientos cometidos en otra nación.

Y dicho eso, a la fecha, muchas personas desconocen esta historia. Que si bien es desconcertante y hasta cruel el pensar lo que sucedió a las personas más necesitadas de nuestro país, es necesario conocerla. Es necesario entenderla y perjurar jamás repetirla. Solo así los fantasmas de nuestro pasado dejarán de atormentarnos de una vez y por todas.

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