Sirenas

Al ser gente que pertenece al mar, tenemos muchas tradiciones que honran a este elemento, dado que es este quien nos provee alimento, además de permitirnos una conexión entre el cielo y la tierra. Es quien marca el inicio del día, así como también la caída del sol.

Las aguas suelen ser el lugar perfecto para todo ser vivo, tienen la capacidad de desarrollar diferentes ecosistemas los cuales se interconectan. Dan creación a un sinfín de formas de vida. Los seres humanos hemos visto de distintas formas como el agua puede ser de gran valor y su fácil manipulación.

Este elemento es por el cual estamos compuestos. Líquido vital para la supervivencia, pero que hay que decir de quienes habitan en ellas. Es increíble que tan vastos son los océanos y tan cambiantes sus olas, que el más grande buque se ve agitado por las tempestades con una simple hoja arrastrada por un riachuelo.

¿Qué seres habitarán en dichas profundidades?

¿Acaso yace sobre el oscuro fondo el Leviatán, bestia creada hace miles de años? Cuyo propósito es levantarse sobre los hombres causando muerte y destrucción atrayendo consigo el juicio que ha sido escrito por distintas religiones. Monstruos que desconocemos,  no podemos comprender que a lo largo de los siglos donde nuestra raza ha estado en este mundo. 

Estas mismas bestias siempre han vivido entre nosotros, quizá no en nuestro mismo entorno. Pero si durante el mismo periodo de tiempo. Recuerdo que mi abuela solía llevarme al muelle, tomado de la mano; mientras las olas crecían y era evidente que la tempestad se hacía presente. Tenía una mirada muerta, como que la vida de sus ojos hubiera sido arrastrada quedando un cuerpo vacío.

Al ser gente que pertenece al mar, tenemos muchas tradiciones que honran a este elemento, dado que es este quien nos provee alimento, además de permitirnos una conexión entre el cielo y la tierra. Es él quien marca el inicio del día, así como también la caída de la noche. 

Esto me recuerda a nuestra más fuerte creencia. Donde el mar fue quien nos vio nacer y dentro del agua fuimos creados. Por lo tanto, esta misma debe de recibirnos al acabar nuestros días sobre la tierra. Devolviendo todos los favores y regalos brindados hacia nuestras vidas.

Fue en uno de estos paseos vespertinos donde mi abuela me dejó sentado sobre una banca, mientras caminaba de vuelta a la orilla. Adentrándose sin ningún temor el mar se agitaba con violencia, las gaviotas graznaban anunciando la llegada del fin; su vestido era blanco, consigo llevaba atado un pañuelo rojo sobre su rostro.

Aquel instante fue imperativamente pacifico, la tragedia y armonía se hallaban una frente a la otra, con lo cual mi raciocinio fue nulo. No recuerdo cuanto tiempo ha transcurrido o si en realidad mis ojos me mostraron una imagen falsa, me mantuve en ese mismo lugar hasta que mi padre se acercó con una lámpara antigua aquellas que funcionan con aceite. 

Preguntando dónde se encontraba la abuela, creo recordar cómo su cuerpo fue golpeado por las olas, arrastrándose hacia lo profundo. Sin embargo, nunca pude observar un solo movimiento de resistencia ante dicho ser. Esto provocó una fuerte depresión en mi causando estragos en mi mente y mi cuerpo. Los meses transcurrieron hasta poder recobrar el habla, logrando por fin comer por interés propio.

A raíz de esto poseo un tatuaje de sirena, de aquellas criaturas narradas en cuentos fantasiosos donde el canto hipnótico hace enloquecer a quienes realmente los escuchan.

Una parte de mi quiere creer que mi abuela escuchó estos murmullos entre este desahucio de la naturaleza, que fue un llamado al mundo alterno que existe bajo las aguas. Mientras que por el lado racional es evidente la decisión de acabar con su vida por la monotonía y desgaste que sufrió durante todos estos años.

¿Cómo es posible que alguien pueda vivir luego de perder a su ser amado con quien compartió sus primeros años de vida? Y en un pestañeo esta ya no se encuentre, el mundo se ve deshabitado y la mera existencia produce dolor que no es mitigable.

A veces visito ese mismo muelle con la idea de buscar esa misma paz entre las olas. Ser pescador es un empleo poco atractivo, pocos soportan las largas jornadas y el movimiento del barco. Además, el olor puede llegar a ser insoportable. 

Mi mundo siempre ha sido el mismo, no suelo quejarme dado que las vistas son indescriptibles y el sentimiento de ser tan ínfimo es abrumador. Esto ha llevado a mi cabeza a pensar escenarios irracionales causando diferentes sucesos los cuales pueden desembocar a realidades mágicas.

Es así como por las jornadas nocturnas tiendo a estar al costado del barco observando las criaturas que allí habitan, las mismas que una vez me arrebataron a mi abuela. 

Es ridículo creer que esto pueda existir.

La tecnología ha evolucionado de tal forma, que dudo que exista alguna otra forma de vida que supere al ser humano. O eso fue lo que creía.

Tan pronto mi mente iniciaba su descenso hacia la fantasía puede observar como el mar era cortado por surcos indefinidos. En ese momento, creí que serían atunes de aleta roja. Sin embargo, era notable que dichos seres no eran peces o un mamífero acuático que haya sido registrado. Dado que los surcos variaban entre el movimiento del barco.

Nuestra embarcación no era de gran tamaño causando que el movimiento fuera tambaleante y mientras la bruma crecía se cernía sobre nuestras cabezas una lluvia suave. Causando un poco de inquietud en los tripulantes, quienes creían que sería el principio de una tormenta de la cual no podríamos escapar.

Recuerdo que Jake intentó refugiarse en la cabina de mando, pero de un momento a otro se quedó pasmado. Su rostro palideció; parecía haber visto algo fuera de este mundo. No obstante, con un semblante sereno se dirigió a la proa del barco, en ese momento tomó hilo de pescar. Sin mediar palabra lo ató bruscamente sobre su cuello, lanzado se del barco de forma violenta hacia el mar.

El hilo es tan fuerte que no era posible reventarlo con su peso, además de causar cortes en su cuello produciendo una mancha de sangre. Los surcos se dirigieron a Jake quien se encontraba inmóvil, mientras su sangre se expandía sobre la superficie. No recuerdo quienes mas estaban conmigo por que a decir verdad, no puede prestar atención.

Cuando por fin pude comprender lo sucedido me encontraba sangrando desde mi pecho, ya que tenía encajada un cuchillo. El corte había sido profundo, mi pulmón se llenaba de sangre y se me hacía difícil respirar, con gran temor intente retíralo, pero el dolor era inmensurable como el temor a causar más daño.

La muerte es algo presente en la vida de todos nosotros, a diario pensamos en ella, creemos que esta vendrá de forma cruel y que nos iremos de este mundo con dolor. Pero en mi caso esto no sucedió así, en un instante escuché una melodía que me llenaba de tranquilidad, como el canto de seres primitivos. 

Los cuales provocan que aquel dolor desapareciera, sin darme cuenta me encontraba metros debajo de la superficie. Y frente a mí aquel ser cuyo mito ha trascendido, con cuerpo esbelto y perfecto; además de un rostro el cual demarca belleza inconmensurable. En los pocos instantes que me restaban respiré con todas mis fuerzas y no sentía dolor, como si el mar fuera mi hogar.

Tan pronto el agua llenó mis pulmones mi cuerpo comenzó a fallar, mi vista nublada pudo divisar una vez más a ese bello ser quien tomaba mi mano dirigiéndome hacia la oscuridad.

No temo a la muerte porque sé que tarde o temprano  esta llegará, no temo a estos seres ya que sus cantos aliviaron el dolor que llevaba por dentro, no temo al mar por que él me lo dio todo…

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