Esta columna nace de una reflexión que no es nueva, que ha tenido diferentes llamados de atención, pero ninguno tomado en serio realmente, que es más bien, ignorado porque está íntimamente ligado con nuestras acciones y hábitos y cambiarlas tendría un costo para la comodidad a la que ya nos hemos acostumbrado.
El problema es que, cada día, parece que se acerca más lo que tanto se teme. Los problemas ambientales derivados principalmente de las acciones humanas nos están llevando a la destrucción del planeta en que vivimos. Problemas que nos afectan diariamente y que aún pueden empeorar, pero quizá, aún no nos afectan demasiado como para preocuparnos.
Pero ¿por qué repensar nuestro accionar? Porque si bien nuestras acciones individuales pueden ser vistos como problemas que afectan el medio ambiente, estas realmente pueden tener un impacto mínimo en las causas que ocasionan estos problemas.
Esto no quiere decir que deberíamos desligarnos totalmente y continuar con el ritmo que llevamos. La reflexión y la toma de conciencia puede llevarnos a repensar y criticar las acciones que realizamos y cómo estas, de alguna manera podrían afectar el medio ambiente, entonces, si podemos evitarlas (por mayor o menor impacto que puedan tener) ¿por qué no hacerlo?
El problema ahora es que nuestro accionar no debe limitarse solamente a acciones individuales como lo son el reciclaje o el consumo responsable, sino que debemos actuar a nivel superior para que estas acciones tengan más peso e influyan en decisiones que tienen un impacto más grande en el medio ambiente. Debemos tener una iniciativa unificada, que exija tanto a gobiernos como a la iniciativa privada. Debemos dirigir nuestra atención hacia los grandes contaminantes y exigir regulaciones, decisiones y acciones.
El primer paso es informarse, conocer el estado en que se encuentra nuestro planeta y percatarnos de los efectos más críticos que están viviendo otras comunidades, quizá, más afectadas con las problemáticas medioambientales que nosotros, así podremos hacer reflexiones más reales. Esto nos llevará a ser conscientes de nuestro comportamiento, lo que hacemos y estamos dejando de hacer y finalmente tomar acción, pero una acción consciente, comprometida y unificada que, permita tener un efecto que verdaderamente impacte y cambie las condiciones que diariamente contribuyen a la destrucción de nuestro hábitat.