A 88 años de “La negra” que entre poemas, cantos y dignidad fue parte de las voces que exigieron libertad en la época donde los jóvenes tomaron las calles para cambiar la realidad. La segunda mitad del siglo XX en Latinoamérica… sinónimo de amargura, muerte, genocidio y conflicto, pero también de lucha, revolución, fuerza y dignidad. Así nace la intérprete que le dio vida al arte más valioso que tenemos: el exigir libertad por medio del canto. Mercedes Sosa, por siempre en la eternidad.
La gran Argentina en la famosa “década infame” fue el escenario donde Mercedes Sosa nació; entre conflictos, procesos electorales con sesgos fraudulentos y una economía que no lograba alzarse. El 9 de julio de 1935, una familia humilde de San Miguel de Tucumán le da vida a la voz femenina revolucionaria más importante de Latinoamérica.
Mercedes creció en la región de Tucumán que se caracteriza por ser una de las más pobres del territorio argentino, donde la agricultura y la explotación de caña de azúcar era el sostén. Lugar donde la tristeza de la gente es la muerte lenta de las cosas simples. Cabe resaltar que el padre de Mercedes era zafrero, como la mayoría de los hombres de la población y su madre era lavandera de familias acomodadas. En este contexto, la formación en un hogar humilde , la convulsión política del país, la realidad de su región y la pobreza a su alrededor la hizo crecer con amor al cambio.
La voz de Sosa ve la luz en octubre de 1950 cuando en su colegio fue casi obligada a cantar el himno nacional. Ese mismo día, sus amigos la llevaron a la LV12 de Tucumán (emisora de radio muy famosa en la región tucumana) donde participó en un certamen de canto. Mercedes se presentó con otro nombre, Gladys Osorio, ya que su padre no apoyaba este tipo de prácticas porque consideraba que una “dama” no debía realizarlas. Ante la mirada de todos, los oídos de los tucumanes y la expectativa a flor de piel, aquella chica logró conquistar al dueño de la radio, ganando un contrato por 2 meses para cantar en la emisora.
A partir de este momento, su carrera como cantante comenzó a consolidarse debido a su carisma, talento y perseverancia. Cantó en eventos partidistas del peronismo, circos y con grupos de boleros. Poco a poco el público la fue incluyendo en el ideario colectivo como parte de un nuevo movimiento musical y literario: “Movimiento del Nuevo Cancionero”.
Este movimiento nace en Mendoza (Argentina), siendo una nueva forma de enaltecer la música folclórica del país. Rompió barreras entre géneros famosos del país suramericano y abrió las puertas al mercado internacional. Unificó el arte tradicional de todas las regiones del país en un conjunto estructurado y artístico sin precedentes en la región. Mercedes logró compartir esta nueva forma de hacer música con grandes artistas como: Tito Francia, Oscar Matus, Pedro Tusoli, Juan Carlos Sedero, etc.
El nuevo cancionero logró sacudir las bases de toda una región y levantar la voz ante las injusticias sociales y económicas que sufría Argentina. Este proceso de voces por la libertad fue replicado en toda la región latinoamericana, así como difundido por la voz de Mercedes en lugares que vivían conflictos como Guatemala.
Fue en este lugar (Mendoza) donde tuvo a su primer hijo Fabian Matus. Él es hijo del también reconocido cantante argentino, Oscar Matus. Debido a estos dos procesos, Mendoza para Mercedes es uno de esos viejos sitios donde siempre regresa porque se amó a la vida.
A partir de 1957, Mercedes inicia un crecimiento exponencial que fue coadyuvado por los cambios culturales y musicales que estaba enfrentando el país. Argentina empezó a ser testigo de migraciones internas masivas. Gente del campo que escuchaba la música folclórica, migró a las grandes ciudades de las provincias y a Buenos Aires, logrando así reivindicar la música que Mercedes amaba y volverla comercial.
En 1962, lanza su primera producción llamada: “La voz de la zafra”, en honor a la región tucumana y el trabajo de su padre. Este primer disco fue el debut en su país, ya que no tuvo la repercusión esperada en los países cercanos.
Su segundo disco “Canciones con fundamentos” fue el disco que abrió las puertas al mercado internacional. En 1965, tuvo la primera oportunidad de que toda Argentina pudiera ver de cerca su talento a través del Festival Nacional de Folklore de Cosquín.
En este momento logra despegar la música folclórica de Argentina junto a su voz. Un millón de manos en la región unieron fuerzas para aplaudir a la nueva cantante que logró reivindicar la música en una época donde era censurada.
“Yo no canto por cantar” vió la luz en 1966, siendo uno de sus discos más emblemáticos. Luego se dio a conocer el disco “Para cantarle a mi gente”, el cual contiene algunas de las canciones y poemas más emblemáticos de la tradición oral del país argentino.
La mujer que soñaba con serpientes entra a la década de los 70 con una censura dictatorial en Argentina. Su música en las radios era considerada peligrosa y subversiva. Este ataque sistemático no fue impedimento para que ella siguiera volando como un pájaro libre… como siempre la quisimos.
El corazón jamás se le apagó, y su voz se inmortalizó. En 1971, dejó la música de su país y se trasladó a Chile para realizarle un homenaje a la gran cantante Violeta Parra, quién acababa de suicidarse algunos años antes.
Durante esta época, la carrera de Mercedes se vio fijada en los homenajes a grandes artistas y poetas de Sudamérica. Fue la única mujer que logró reivindicar los grandes poemas de nuestro idioma en canciones hermosas y masivas. Porque todo tarda en llegar, pero al final hay recompensa… y así sucedió con la carrera de estos poetas y la voz de Mercedes, que jamás dejaron de lado la zona de promesas libertarias.
Cabe resaltar que en su juventud fue abiertamente simpatizante de Juan Domingo Perón y apoyó las causas de izquierda política a lo largo de su vida, afiliándose al Partido Comunista en los años sesenta y cantando en algunos eventos de carácter político de izquierda. Tras el golpe de Estado del 24 de marzo de 1976 fue incluida en las listas negras del régimen militar y sus discos fueron prohibidos en todo el territorio.
El tiempo pasaba y el amor no se reflejaba en las tierras argentinas. La ola de violencia y dictaduras hicieron que la gran cantante tuviera que dejar su tierra para proteger su vida. En 1979, fue detenida en la ciudad de La Plata junto con todo el público que había ido a verla cantar.
El pueblo presente recuerda el hecho con gran nostalgia, ya que Mercedes había hecho lo inimaginable en dictadura. Puso sobre el escenario la valentía y cantó todas las canciones prohibidas, abrió las puertas de cada lugar y logró recitar aquellos poemas que se extrañaban y que solo por esa noche se sintió en plena libertad. Mercedes fue expulsada del país por un tiempo, pero el veto era distinto.
El veto no era territorial, sino artístico. La mujer que veía pájaros volar, le fue arrebatada la voz y el derecho a exigir libertad. Argentina entró en una crisis política tan grande que no tenía derecho a llenar estadios, difundir música y todo ciudadano que la escuchara podría incurrir en delito.
La música se convirtió en objeto de criminalización, ya que el contenido de sus letras era un grito de libertad. Esta práctica fue replicada en cientos de lugares en la región latinoamericana, provocando que la voz y alas de Mercedes se fueran apagando poco a poco.
En el exilio, logra que los poemas de María Elena Walsh fueran conocidos por medio de la música, dándole por título al trabajo “Serenata para la tierra de uno”. De este trabajo nace uno de los poemas más emblemáticos que Mercedes cantó: “Como la Cigarra”, siendo un grito de libertad y dignidad que hasta el día de hoy nos sigue acompañando.
Fueron 3 años de silencio, hasta que el caminar de América fue tomando la sensación de la piel de Mercedes. Logró volver a los escenarios de su país, ante la agonía de un ejército y dictadura que no era sostenible para nadie.
La vida la trajo de vuelta a casa con más fuerza y mayor amor de la gente. Miles de jóvenes se unieron a las filas de la “negra” para rendirle tributo y gritar a todo pulmón “Solo le pido a Dios que lo injusto no me sea indiferente”.
En Guatemala, durante la dictadura de Efraín Ríos Montt, la música de liberación latinoamericana tomó auge. Miles de estudiantes vieron en la música el refugio perfecto ante la guerra civil. Entre gritos y clamor las canciones de Mercedes hicieron eco en un país que pintaba de sangre el cielo y formaba largas canciones con sueños de libertad.
Mientras que Argentina veía la era democrática después de años de conflicto, otros seguían en la lucha contra la muerte y la dictadura. En este contexto, Mercedes sigue con su trabajo artístico, dejando discos icónicos que marcaron la historia de la década de los ochenta. “Vengo a ofrecer mi corazón” y “Corazón Americano” se vuelven los discos más aclamados por la crítica, debido a su composición musical y literaria.
La lucha por la libertad y el cantarle a la vida siguió su rumbo por Estados Unidos y varios lugares de Europa. La voz de Mercedes siguió rompiendo barreras culturales, dándole voz a los que no tenían, valor a los que querían un cambio y terror a los que ostentaban el poder como usurpadores de la democracia.
El rumbo de la historia marcó a Mercedes. La música y el movimiento la habían consagrado como una de las mujeres más importantes de la vida latinoamericana. Después de años de giras por países fuera del continente, regresa a su tierra y está la recibe con aplausos, sueños y esperanzas. Los jóvenes abarrotan cada uno de los lugares en los que se presenta. Escenarios como Viña del Mar, Ferro Carril Oeste y el Estadio de Chile fueron testigos de los años que pasaron y lo importante de Mercedes para mantener vivo el movimiento de libertad.
En 1993, Mercedes publica una de las compilaciones más importantes de la música latinoamericana, “Mercedes Sosa, 30 años”. Este disco no solo era un homenaje a la “negra”, sino a las decenas de poetas, escritores y autores de la región que confiaron su música en las manos de Mercedes. Este disco, en específico, es la unión perfecta de toda la historia de Latinoamérica… un solo disco contiene la memoria de los millones de muertos que dejó la crisis política de la región.
Después de años durmiendo, con nuestros padres trabajando y el campo siendo explotado, la década en mención fue el siguiente paso en la reconstrucción de la paz en nuestra región.
Su voz, considerada una de las mejores, seguía inmortalizándose alrededor del mundo. Su carisma y humildad la seguían conduciendo a Argentina. En 1995, emprendió una de las giras más importantes de su carrera, ya que pudo abarcar cada una de las regiones de su país, recordando sus inicios, viendo a su público inicial y admirando a los que con los años se fue agregando.
“Cántame que con tu voz se calma mi dolor” es la frase que por excelencia se inmortalizó en el recuerdo de Mercedes; cada persona que luchó por la libertad fue acompañada por esta mujer. La mujer que logró romper el silencio…
La mujer de la voz también fue reconocida como vecina distinguida de Tucumán y Buenos Aires. Participó en eventos de la iglesia católica que buscaban la dignificación de los Derechos Humanos. Recibió la Orden del Mérito de la República Federal de Alemania; la Medalla al Mérito Cultural del Ecuador; la Placa de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Perú, en reconocimiento a sus 30 años de difusión del canto latinoamericano, distinciones de la ONU y la UNIFEM.
En 1999, retoma giras en el continente, siendo Guatemala uno de los destinos, quien vino en el año que la Comisión del Esclarecimiento Histórico (CEH) devolvió al pueblo de Guatemala el informe final sobre el conflicto armado interno. Durante esta época políticamente convulsa, canta sus grandes éxitos y otorga esperanza a los jóvenes que esperaban ver la historia sanar.

Sosa siguió su camino musical, inmortalizando sus grandes obras en las nuevas generaciones. En el 2000 termina la grabación de la “Misa Criolla”, obra que anhelaba y fue recibida por la crítica de forma espectacular. El mercado internacional toma esta obra como maestra y ganó su primer Latin Grammy.
Los años pasaron y siguió cosechando éxitos de una carrera que convierte lo cotidiano en mágico. El último trabajo discográfico que realizó fue “Cantora” donde unió sus más grandes éxitos con las voces de 34 cantantes de gran renombre en Iberoamérica. En 2009, lanza el último disco en vida con 35 dúos. Estos artistas en mención eran reconocidos en aquella época; resuenan nombres como Calle 13, Gustavo Cerati, Shakira, etc.
Los años pasaron y el volver a los 17 se hizo realidad. El 18 de septiembre de 2009, la querida “negra” falleció a causa de la disfunción renal y el fallo del sistema cardiovascular. En cuestión de días, su estado de salud se deterioró tanto que el 4 de octubre deja esta realidad para volverse una sola con la inmensidad.
Después de tantas muertes en vida, ella al final resucitó a la plena libertad del ser… vino cantando, vivió cantando y se fue cantando…
La región se paralizó ante la noticia. Países vecinos mostraron el duelo con la baja de bandera a media asta; Argentina abarrotó las calles para darle el último adiós a la gran señora de la música, los estudiantes y obreros de América derramaron lágrimas y gritaron sus consignas para la “voz de Latinoamérica” y los miles mártires unieron su memoria para rendir honores a la tucumana que cambió el rumbo de nuestra historia.
Recordamos la vida de una de las mujeres que le dio luz a una región que pensó que nunca saldría de la dictadura, el odio, la discriminación y el racismo. Conmemoramos el aniversario del nacimiento de la argentina que fue la voz de los que no tenían voz y la mirada de todos aquellos que se hicieron indiferentes al dolor. Seguimos en pie gracias a la música que Mercedes nos heredó.
Sigue siendo un ejemplo para seguir y el icono por excelencia de la lucha latinoamericana. La Tucumana logró romper barreras y salir a las calles a cantarle a la vida, la libertad, el amor y la dignidad.
Nos enseñó que todo cambia, menos el amor y la dignidad. No cambia el recuerdo ni el dolor de nuestro pueblo, porque conservando la memoria se otorga la no repetición.
Su vida y obra sigue intacta a pesar de los años; su corazón sigue latiendo en cada uno de los rincones de este mundo, de esta realidad y de nuestra libertad. Su voz fue tan poderosa, que logró que cada uno de los poemas que cantó fueran parte esencial de la idiosincrasia de la región. Su carisma fue tan prodigioso que visibilizó nuestro dolor por todo el mundo. Su humildad fue tan grande que el hambre y la miseria de su pueblo siempre la hizo querer seguir luchando en contra de un sistema que buscaba acabar con ella.
Físicamente no se encuentra, porque sus ojos se encuentran muy lejos, pero su voz sigue inmortalizada en cada partícula que respiramos. El escenario de Mercedes sigue aquí, y el público lo abarrota todos los días… los millones de aplausos están vigentes porque usamos las palmas para seguir exigiendo libertad.
La cantante de los estudiantes, la intérprete de la libertad.
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José Moran
Activista Social en temas de visibilizacion para la comunidad LGBTIQ+ y casos de justicia transicional. Estudiante de la Escuela de Ciencias Políticas y Ciencias de la comunicación en la Universidad de San Carlos de Guatemala. Egresado de la escuela de formación política Enredadxs. Educando y tomando voz para que algún día dejemos de sobrevivir, y empecemos a vivir en plenitud … porque al final del día, todos seguimos cantando, a pesar de todos los intentos por silenciarnos.
1 comentario
Excelente, gracias por tan bonito homenaje e información que no nos detenemos a buscar, de los seres que han dejado huella. “La Cigarra”, mi favorita.